El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, defendió su orden de "disparar a matar" en la campaña que ha puesto en marcha contra el tráfico de drogas en la que han muerto centenares de personas desde mayo, informó hoy la prensa local.
"Mis órdenes son de disparar a matar. No me importan los derechos humanos. Créame. Me importa una mierda lo que digan. Esta guerra es contra las drogas y aquí tenemos una crisis", dijo Duterte anoche en Davao, en el sur del país, según el diario The Philippine Star.
"El disparar a matar se mantendrá hasta el último día de mi mandato", añadió.
El mandatario aseguró además que protegerá a soldados y policías que deban enfrentarse a cargos penales relacionados con esta campaña.
"En la medida en que se haga en cumplimiento del deber por parte de un soldado y policía, es mío. Esta es mi garantía personal y oficial. Responderé yo por los hechos",
"Si un policía aparece en un encuentro, que no se investigue más. Esta es mi orden", insistió.
Duterte indicó que la orden de disparar a matar incluye a políticos y cargos públicos que utilicen su posición para enriquecerse con el narcotráfico.
El presidente filipino anunció que publicará una lista de cargos públicos sospechosos de tener vínculos con el tráfico de drogas, lo que ha llevado a al menos tres alcaldes a entregarse a las autoridades en la última semana.
Según el recuento de medios locales, entre 400 y 800 personas han muerto desde que Duterte ganara las elecciones el 9 de mayo e iniciara la guerra contra el crimen y la droga.
El director ejecutivo la Oficina de las ONU contra la Droga y el Delito (UNODC), Yury Fedotov, calificó la campaña presidencial como una "violación de derechos y libertades fundamentales".
Pese a las críticas Duterte goza de una enorme popularidad en Filipinas donde las encuestas le conceden una aprobación del 91 por ciento, la puntuación más alta recibida jamás por un jefe de Estado filipino.
Con información de EFE