Desde hace varios años, el antisemitismo viene creciendo, incluso ya no se disfraza de antisionismo como una forma de pudor, el cual reconocía que el odio directo a los judíos es una manifestación vergonzosa.
Beatriz Wisserman de Rittigstein/El Político
Se está perdiendo ese recato y los antisemitas están mostrando su diabólico rostro, de tal modo que con frecuencia, las personas visiblemente judías han sido atacadas en las calles.
También han arremetido contra negocios de judíos, especialmente contra restaurantes de comida judía e israelí; tampoco se salvaron las escuelas, las sinagogas ni los cementerios.
Esta violencia verbal y física se genera en múltiples casos, por las arduas campañas del islam radical, sobresaliendo la teocracia iraní y los movimientos terroristas que sufragan y abastecen de armas: Hezbollah, Hamas, Jihad Islámico Palestino
También sus aliados como Catar y su órgano propagandístico Al Jazeera; y aunque resulta un contrasentido, los partidos políticos de ultraizquierda en el mundo, asociados y financiados por los ayatolas.
En este ambiente y aprovechando los festejos de la Navidad, mayormente en las redes sociales hemos visto la ampliación de un fraude, una distorsión de la historia, de la cual los palestinos pretenden sacar réditos: el robo de la memoria judía con el propósito de crear una inexistente identidad milenaria; en este caso llenaron las plataformas con falsos lemas en los que afirmaban que Jesús era palestino.
No es una artimaña nueva, pero se ha extendido.
Un ejemplo lo vemos en la cuenta de Twitter @HoyPalestina, que dice: “Si María y José tuvieran que caminar desde Nazaret a Belén hoy, tendrían que cruzar 11 puestos de control israelíes, una brecha de seguridad y un muro de 8 metros de altura”.
Hubo varias respuestas apropiadas en las que aclaraban la realidad: María y José eran israelíes, judíos de Judea, por lo que no tendrían problemas en Nazaret; sin embargo, entrar a Belén, una ciudad bajo el control palestino, sería peligroso, ya hubo linchamientos de israelíes por turbas palestinas.
Debemos comentar que, desde los Acuerdos de Oslo por los cuales Belén pasó a ser parte de la Autoridad Palestina, la población cristiana disminuyó sensiblemente, pues huyen de las discriminaciones y hostilidades de los musulmanes; es un gran cinismo que ahora finjan festejar la Navidad.
Por otro lado, en infinidad de países exigen revisar documentos para dejar entrar a los extranjeros y más aún en este caso en el que terroristas palestinos han entrado a Israel para asesinar a israelíes, estallarse en sitios públicos o acuchillar al azar en las calles de Israel.
Otro tweet, el de Susana Khalil de la Asociación de Socorro al Pueblo Palestino, Canaán, y conductora del programa radial Palestina 11 mil años de historia, dice: “La Navidad es una herencia arabe-semita, palestina”.
Aclaramos que Jesús nació en el seno de una familia judía, a los ocho días lo circuncidaron, creció, se educó, vivió y murió como judío.
Para ese entonces, los árabes vivían lejos, en lo que hoy es Arabia Saudita y el islam surgiría unos seis siglos después.
La palabra semita que originó la expresión antisemitismo, fue concebida a fines del siglo XIX por un periodista alemán, Wilhem Marr, quien la tomó de la filología y la utilizó exclusivamente para señalar el odio a los judíos.
El término Palestina lo instituyó el emperador romano Adriano con el propósito de borrar los vínculos de los judíos con la provincia de Judea, tras sofocar la revuelta de Bar Kojba; no tiene ningún nexo con los filisteos, pueblo que se ubicó en la franja de Gaza y desapareció unos mil años antes de la época de Jesús.
Estas experiencias nos advierten de la necesidad de combatir a los extremismos a través de una educación que desenmascare las dañinas manipulaciones de los hechos y, al mismo tiempo, una legislación que alcance a estos generadores de odio.