Al menos tres viviendas fueron incendiadas y varios periodistas fueron agredidos por granjeros en una nueva jornada de tensión racial en la ciudad de Coligny, en la provincia sudafricana del Noroeste.
Los incidentes se produjeron al conceder el tribunal local la libertad bajo fianza a los dos granjeros blancos acusados del asesinato de un menor negro de 16 años al que acusaron de robar en una de sus plantaciones de girasoles, informan medios locales.
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Al concluir la vista, un grupo de vecinos del antiguo gueto negro que circunda la ciudad se dirigió a dos de las propiedades de vecinos blancos y les prendieron fuego.
Una mujer mayor fue sacada aparentemente inconsciente de una de las propiedades quemadas.
Estos vecinos se concentraron después en la entrada del antiguo gueto negro, donde encendieron hogueras y amenazaron con destruir comercios, edificios y vehículos en la ciudad de Coligny, que ya vivió graves disturbios el pasado 26 de abril tras arrestar la Policía a los dos granjeros.
Un gran dispositivo policial apoyado por guardas de seguridad privada intentan mantener el orden, mientras que granjeros en camionetas también patrullan la zona ante posibles ataques a sus propiedades.
Según los dos acusados, que tienen 26 y 34 años, el menor murió al saltar del remolque de su camioneta mientras le llevaban a una comisaría de Policía para denunciarle.
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Por su parte, los vecinos negros de la localidad acusan a los granjeros de "racismo" y denuncian las humillaciones sistemáticas que sufren por parte de la población blanca, mayoritariamente afrikaans y que posee buena parte de los negocios, granjas y plantaciones en las zonas rurales sudafricanas.
El menor, sobre el que en un primer momento se informó de que tenía 12 años, fue enterrado ayer en un funeral con marcadas connotaciones políticas en el que participó el presidente de la provincia del Noroeste, Supra Mahumapelo.
"No hay dudas de en manos de quién perdió la vida. Fue en manos de sudafricanos que eran afrikáners", dijo Mahumapelo, que acusó de "racismo" al centenar de vecinos blancos que han firmado una petición para pedir la libertad bajo fianza de los dos granjeros acusados del crimen.
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"No soy racista, pero no me gusta la superioridad blanca", agregó Mahumapelo.
Veintitrés años después del final del apartheid, la tensión racial entre blancos y negros y mestizos sigue viva en las zonas rurales agrícolas de Sudáfrica, donde buena parte de la población negra acusa a los propietarios de tierra blancos de explotar y maltratar a los trabajadores de color.
Al mismo tiempo, los granjeros son víctimas a menudo de brutales robos con violencia, que organizaciones afrikáners atribuyen a motivaciones raciales y causaron el año pasado 70 muertos en Sudáfrica.
Con información de EFE