Es un hecho. Robert Kennedy Jr., hijo del mítico ex fiscal Robert F. Kennedy y de alguna forma "oveja negra" de una dinastía siempre asociada con el Partido Demócrata en Estados Unidos, decidió retirarse de la actual campaña presidencial.
Aunque su improbable candidatura representando a un tercer partido nunca terminó de despegar, el fin de la misma generó ruido por su posible impacto en la carrera entre la vicepresidente Kamala Harris y el expresidente Donald Trump.
Eso porque este abogado ambientalista, que por momentos obtuvo hasta el 10 por ciento de la intención de voto, decidió este 23 de agosto ofrecer su respaldo a Trump.
Trump, que ya agradeció el respaldo, al parecer, le estaría ofreciendo a cambio un puesto en su gabinete en caso de ganar la Casa Blanca en noviembre próximo.
La semana pasada también circularon rumores de que Kennedy estaba negociando su ingreso a la campaña de Harris, pero fue rechazado por la actual vicepresidenta.
El ascenso de Kennedy: ¿por qué se lanzó a la carrera electoral y por qué su candidatura no despegó?
El nombre de Kennedy comenzó a sonar a finales del año pasado cuando decidió desafiar la nominación de Joe Biden como candidato del partido demócrata para las elecciones.
Rápidamente, y sin tener un ápice de futuro en ese cometido, optó por postularse como independiente y en representación de un tercer partido, una rareza en el sistema electoral estadounidense dominado por los dos partidos tradicionales, pero que ha jugado -en una cuantas ocasiones- un rol significativo. Como el que tuvo Ross Perot en las elecciones de 1992 cuando probablemente le costó la reelección a George H. Bush y Ralph Nader en las elecciones del 2000, que debilitó las aspiraciones del vicepresidente Al Gore.
Nader, quien como Kennedy ahora se presentó como candidato de las causas ambientalistas y un partido verde, probablemente selló esa elección en favor de George W. Bush con los casi 100.00 votos que obtuvo en la Florida -estado que definió los comicios al inclinarse por Bush por menos de 1000 sufragios-.
El caso de Kennedy, no obstante, es un poco diferente. Su ascenso, en gran parte, se debió al malestar que existía en Estados Unidos frente a los dos escogidos por los partidos tradicionales -Trump y Biden-.
Su candidatura, en gran medida, fue financiada por donantes republicanos que veían en ella una estrategia para restarle votos a Biden dado su asocio con el partido demócrata y su interés por las causas ambientalistas. En otras palabras, replicar la experiencia de Nader promoviendo a un candidato que sobre el papel le restaría votos a los demócratas.
Pero aunque Kennedy sí tiene palmarés en su defensa por el medioambiente y otras causas civiles, terminó siendo reconocido por otras posiciones extremas -más asociadas con un sector del partido republicano-.
Entre ellas, su oposición a las campañas de vacunación que siguieron tras la pandemia del covid-19, la promoción de múltiples teoría de conspiración e incluso la negación de la toma del Capitolio en enero del año 2021.
Al punto que su propia familia salió en bloque a condenarlo, ofreciendo su apoyo total a Biden. Quizá por eso, hasta mediados de junio -cuando Kennedy seguía registrando hasta un 8 por ciento de favorabilidad en las encuestas- su presencia en la campaña no parecía estar afectando a un candidato más que a otro.
En otras palabras, incluso retirando su nombre como alternativa, la diferencia entre Biden y Trump seguía siendo similar (Trump adelante en los sondeos nacionales por entre 3 y 5 puntos).
Sin embargo, el retiro de Biden de la contienda el mesa pasado y el ascenso de Harris como la candidatas de los demócratas le dio un giro de 180 grados a la carrera.
De acuerdo por los portales 538, Race to the White House y Real Clear Politics -que sacan promedios de todas los sondeos disponibles- es ahora Harris la que le está sacando a Trump entre 2.5 y 3 puntos.
Pero, y adicionalmente, la llegada de la vicepresidenta desinfló las aspiraciones de Kennedy, que pasó de tener un 8.5 por ciento en las intenciones de voto a solo 4.5 por ciento.
La teoría tras ese salto es que muchos de los que respaldaban a Kennedy pero eran afines al partido demócrata encontraron en Harris una razón para regresar a las huestes.
En otras palabras, siguiendo esa lógica, gran parte de ese 4.5 que aún permanece con el candidato independiente sería votantes más inclinados a votar por Trump. Su retiro y alianza con Trump, por lo tanto, beneficiarían más al republicano.
Y en unas elecciones tan apretadas como se anticipa serán las actuales, cualquier puñado de votos podría ser al diferencia entre la gloria o el infierno.
¿Un problema para Harris?
Pese a ello, los sondeos, de momento, no muestran un giro muy significativo. De acuerdo con los promedios de estos tres portales, cuando se pone a votantes a escoger solo entre dos candidatos -excluyendo a los terceros partidos-, la ventaja de Harris solo cae de manera muy marginal.
Es decir, del 3.0 por ciento al 2.5 por ciento (en la medición de Race to the White House) o de 1.6 por ciento al 1.5 por ciento en Real Clear Politics.
Eso, según los expertos, podría obedecer a varias razones.
En primer lugar porque la alianza Trump-Kennedy aún no se refleja en las encuestas (no es lo mismo un sondeo que no incluye al independiente a uno que tampoco lo incluye pero cuando ya ofreció su respaldo a uno de los candidatos).
Dicho eso tampoco es claro que los votantes que le restan a Kennedy -que no son muchos- se vayan a volcar en masa hacia Trump.
De acuerdo con Philip Bump, columnista experto en elecciones del Washington Post, los candidatos no son dueños de los votos y en muchos casos ofrecer el respaldo a un rival es todo lo contrario de lo que esperan.
Para Bump, por lo tanto, un porcentaje de ellos probablemente no votará por ninguno, optando por quedarse en casa el día de las elecciones.
Tampoco es claro que impacto tendrá ese retiro y su asocio con Trump en los llamados estados indecisos, que van a definir las elecciones y donde el electorado es diverso y responde de manera diferente.
Lo que sí es evidente, por el día previsto por su retiro (este viernes), es que tanto el republicano como Kennedy lo que buscan es aguarle la fiesta a Harris y a los demócratas, que este jueves cierran la Convención Nacional en Chicago con bombos y platillos, y con la esperanza de alterar una dinámica que en este momento favorece a la vicepresidenta.