Una guerra sin disparos, sin detonaciones, sin acciones militares concretas ya ha comenzado. Las armas ahora son la presión económica, los ciberataques y las tácticas de las falsas alarmas. Todo en conjunto para sembrar el terror, con el recurso perverso de la guerra híbrida.
El Político
Hasta la guerra ha evolucionado. No es necesario disparar un arma contra algún adversario, para hacer que se tambalee. Un ciberataque puede hacer estragos en cualquier país que sea atacado. El uso de banderas falsas, como pretextos para atacar y hasta los bloqueos económicos son los misiles destructivos más efectivos del presente.
Rusia ya habría iniciado este tipo de ataques, una guerra híbrida hacia Ucrania. Las alarmas no se han hecho esperar. Ucrania reportó caídas por horas de sus portales web del sector bancario, así como del Ministerio de Defensa y las fuerzas armadas.
No hay confirmación del origen de los ataques. Sin embargo, todo hace suponer que el kremlin estaría detrás de estos ataques, con el propósito de desestabilizar a Ucrania desde adentro. Así, de darse una invasión, Rusia tendría el terreno ya minado para avanzar sin contratiempos.
¿Qué busca Rusia?
Según el diario Wall Street Journal, el objetivo inicial de Rusia sería debilitar progresivamente a Ucrania. Provocar descontento y protestas internas, similares a las fomentadas en el este del país en 2014. De esta manera justificarían una posible intervención.
Falsas alarmas
En enero, la policía ucraniana recibió un promedio de mil mensajes anónimos, por correo electrónico, con falsas alarmas sobre bombas. Supuestamente los explosivos estarían colocados en unos 10.000 lugares, que van desde escuelas hasta infraestructuras esenciales.
En la guerra híbrida existe otro blanco para ataques: el tráfico aéreo. Esto ya está sucediendo, pues muchas aerolíneas han cancelado sus puentes aéreos con Ucrania. Evitan entrar en el espacio aéreo ucraniano, por un tema de seguridad.
Además, este freno en el tráfico aéreo supone un aislamiento progresivo para Ucrania. En la práctica la primera afectada es la economía del país bajo ataque.
Mientras, la política exterior y el diálogo insisten en buscar salidas que beneficien a todos los involucrados. Pero el inicio de una guerra híbrida supone el fracaso de la vía diplomática propiamente dicha.
Los reveces diplomáticos y el fantasma de una invasión armada predisponen a los cancilleres más prudentes. Empezando por Berlín, que en vísperas de las visitas a Kiev y Moscú del canciller, Olaf Scholz, ahora eleva el tono y habla de una situación crítica, amenazando con sanciones inmediatas.
Dicha posición también es compartida por el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, desde el día de su reelección.
Frank-Walter Steinmeier le ha hablado a Putin: "hago un llamado, desate la soga alrededor del cuello de Ucrania. Únase a nosotros en el camino hacia la preservación de la paz en Europa. Y no subestime la fuerza de la democracia".
Por su parte el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha dicho: "nadie debería sorprenderse si Rusia crea un accidente para justificar la acción militar que siempre había planeado, un falso pretexto para invadir Ucrania".
La OTAN da credibilidad a la información de los servicios estadounidenses de espionaje, que apuntan a una invasión rusa en torno al 16 de febrero. Además teme que el conflicto en Ucrania derive en una guerra híbrida de Moscú contra Europa https://t.co/fqJUdXo0sn
— EL PAÍS (@el_pais) February 13, 2022
Moscú, por lo pronto se limita a observar el caos. Mientras, por debajo de la mesa mueve sus piezas discretamente y activa las maniobras necesarias, para avivar el fuego de una guerra híbrida, que ya afecta a Ucrania y pondría en peligro la paz y la estabilidad de toda Europa y el resto del mundo.