La empresa rusa Rosneft anunció que se va de Venezuela y la decisión se tomó a solo un mes de presentar sus resultados de 2019, los cuales dejaron al descubierto que la alianza con la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) arroja números rojos.
Por Redacción Miami Diario
A eso se suma el peso financiero que implica que dos de sus filiales establecidas en Suiza afronten una sanción del gobierno de Estados Unidos por comercializar crudo venezolano.
En el encuentro que se dio entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y el máximo jerarca de Rosneft, Igor Sechin, en el mes de febrero, al momento de revisar los números del año pasado, un día antes de conocerse la sanción, el tema venezolano no faltó en los puntos de agenda, según lo que señalan analistas y reportes energéticos, pero se prefirió esperar y ver qué pasaba. No obstante, la situación cambió con el desplome de precios del crudo por la guerra de precios del petróleo, debido a la falta de acuerdos entre Arabia Saudita y Rusia y por una menor demanda energética ocasionada por el coronavirus COVID-19.
El anuncio de Rosneft generó unas primeras reacciones de euforia en seguidores de la oposición venezolana, porque se pensó que se trataba de un viraje en la política exterior de Putin para estar más alineada a la Unión Europea o Estados Unidos contra el gobierno de Nicolás Maduro; y una inclinación más a favor de una reinstitucionalización democrática que permita la escogencia de un presidente en elecciones transparentes y un reconocimiento al Poder Legislativo. Sin embargo, esa no era la realidad.
“No se preocupen. Se trata del traspaso de los activos de Rosneft al gobierno de Rusia directamente. Seguimos juntos en adelante”, escribió el embajador ruso en Caracas, Sergey Mélik-Bagdasárov, en su cuenta en la red social Twitter. “Los que se confunden son los adeptos al `Orden basado en reglas antidemocráticas` y esta transacción de los activos al gobierno ruso es una muestra explícita de la solidaridad”, acotó en otro trino.
Dos días después del anuncio de esta transacción, se produce un encuentro a distancia entre los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin para establecer un trabajo conjunto para enfrentar el coronavirus y lograr estabilidad en el mercado petrolero, diálogo que no excluyó la crisis venezolana, pero sobre este punto todo indica que no existe una posición coincidente.
“Es difícil creer lo que se informe desde Moscú porque el gobierno ruso es experto en propiciar la desinformación, pero lo que sí está claro es que no quiere perder influencia en países como Venezuela, que por muchos años mantuvo relaciones muy cercanas con Estados Unidos”, sostiene David Kramer, investigador y docente en el área de relaciones internacionales de la Universidad Internacional de Florida “Esta decisión de Rosneft parece más bien orientada a intentar que la administración Trump le levante las sanciones que le impusieron a sus empresas por vender petróleo venezolano”, añadió.
Todo apunta a que la actuación política de Rosneft a favor de Nicolás Maduro estaba significando un manchón en sus cuentas y en un contexto en el que se necesita reducir costos de inversión y gastos, como cualquier compañía petrolera del mundo, a primera vista resaltaron las pérdidas que tiene el negocio en Venezuela. Además, si bien es una empresa en la que el Gobierno ruso tiene 50% de participación, también figuran como accionistas British Petroleum, el Fondo de Inversiones de Qatar y pequeños inversionistas, porque sus acciones se transan en la bolsa de valores de Moscú.
“La parte comercial, sin duda, fue un elemento fundamental para tomar la decisión de salir de sus activos en Venezuela con el fin de evitar riesgos adicionales para los accionistas, pero también se pudieran especular sobre razones política para que a partir de ahora las relaciones con PDVSA sean solo con una empresa totalmente del Estado ruso sin la obligación de ser transparente”, comenta José Ricardo La Rosa, investigador del Instituto Baker en la Universidad Rice en Houston. “No se sabe qué hará ahora Rusia con esos activos ni cómo quedan las cinco empresas mixtas donde tiene participación, si esos proyectos se cerrarán y cuánto financiamiento dispondrá para brindarle apoyo a PDVSA y mantener o evitar el declive de la producción. Tengo dudas que esa empresa rusa pueda dar los recursos como los que dio Rosneft”, agrega.
La empresa rusa, en sus resultados de 2019, informó que sus inversiones en Venezuela se redujeron 44%, al disminuir a 1.241 millones de dólares. Se registraron pérdidas en dos empresas mixtas en sociedad con PDVSA: Boquerón y Petroperijá, en la cuales tiene 40% participación, pese a que las autoridades de la empresa venezolana durante el año pasado aseguraron esos dos proyectos estaban repuntando en producción y rentabilidad.
Por si fuera poco, uno de los joint ventures emblemáticos como es Petromonagas, que permite el mejoramiento del crudo pesado y extra pesado, indicó una disminución de 68% en sus aportes de capital. Todos estos recortes en un año cuando el precio del petróleo venezolano se cotizó en 50,77 dólares por barril, mucho más cuando en 2020 está por debajo de 20 dólares.
“Todavía no sabemos si el nuevo propietario ruso de los activos de Venezuela continuará con ellos, los venderá o los cerrará. A 3 dólares por barril, todas las inversiones de Rosneft en Venezuela están perdiendo dinero, y cuatro de las cinco empresas conjuntas principales han estado registrando pérdidas durante años”, menciona el analista financiero en materia energética Russ Dallen.
“Una de las lecciones que Putin aprendió del colapso de la Unión Soviética en la década de 1980 fue que Rusia no podía permitirse el lujo de apoyar a colonias parasitarias como Cuba. Rusia sigue siendo solo una superpotencia unidimensional. Con eso quiero decir que su fortaleza es solo en armamentos, pero no económicamente. Solo el estado de Texas tiene un PIB (producto interno bruto) más alto que el de toda Rusia”, añadió Dallen.
Cobró y se fue
Más allá de los proyectos en Venezuela, Rosneft y PDVSA establecieron una modalidad particular en su relación comercial: préstamos para la empresa venezolana por el orden de 4.600 millones de dólares al cierre del año 2017, y la forma de pago de esa deuda su asumió mediante el suministro de crudo a Rosneft Trading y TNK Trading International, justamente las compañías sancionadas.
Estas empresas fueron claves para que PDVSA, a partir de agosto de 2019, pudiera eludir las sanciones que impuso el gobierno de Estados Unidos a las exportaciones de crudo, al punto de que llegó a vender 74 millones de barriles de crudo entre agosto de ese año y enero de 2020, lo que arroja casi que un promedio de 400.000 barriles diarios en esos seis meses.
El detalle está en que para concretar estas ventas PDVSA tuvo que conceder un descuento de no menos de 20 dólares por barril, de acuerdo con lo que indican distintos analistas, y por esos montos dejaron de ingresar 1.480 millones de dólares, según una fuente vinculada a la empresa venezolana. Sin embargo, en ese lapso hay cálculos mayores. Por ejemplo, el economista La Rosa mencionó la cantidad de 2.200 millones de dólares, asumiendo un precio de 40 dólares por barril solo en un lapso de cuatro meses, mientras que el también economista Francisco Rodríguez, promotor de la iniciativa humanitaria Petróleo para Venezuela, señaló un monto similar, que califica de conservador.
"Partiendo de un nivel de exportación de aproximadamente 600.000 barriles diarios, la reducción de ese descuento podría proporcionar a Venezuela aproximadamente 4.390 millones de dólares al año. Esto podría financiar parte de un programa de adquisición de equipos e insumos médicos necesarios para atender la emergencia”, dijo Rodríguez.
Hasta el tercer trimestre de 2019, esa deuda de PDVSA con Rosneft se había reducido a 800 millones de dólares, una disminución de 82% en solo 21 meses y aún cuando la empresa rusa no informó si finalmente esa obligación quedó saldada o aún queda un remanente para 2020, todo indica que ya no figura como una obligación relevante en el balance de la corporación rusa.
“Rosneft cobró 3.800 millones de dólares en menos de dos años, el riesgo era muy alto. Misión cumplida”, sentenció Leonardo Vera, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). “El problema del combustible pasará a ser crónicamente grave porque no queda nada de la capacidad de refinación, que llegó a ser las más grande de América Latina; y sin el apoyo de Rosneft, la adquisición, despacho y transporte de gasolina a nivel internacional se paraliza”, puntualiza.
Fuente: Hispano Post