El presidente norteamericano, Donald Trump, ha denunciado fraude en la elección del 3 de noviembre, sin ofrecer lo que cualquiera consideraría evidencia real.
El Político
Solo el hecho de que los votos a favor de su contendiente demócrata, Joe Biden, siguen aumentando en estados donde Trump inicialmente lideraba el conteo.
Sin embargo, las denuncias de fraude de Trump podrían ser parte de una estrategia psicológica, hábilmente ejecutada por un manipulador magistral.
Estudio científico
Un estudio científico realizado el día antes y en la mañana de la elección presidencial de EE. UU. de 2016, que analizaba los cambios de actitud de 1.000 adultos norteamericanos en edad de votar, determinó que la exposición a una retórica conspirativa sobre interferencia electoral produjo un profundo efecto psicológico.
El estudio, recientemente reproducido en Research & Politics, determinó que quienes habían estado expuestos a teorías conspirativas respecto de fraude electoral estaban menos dispuestos a aceptar los resultados de una elección, y se volvían menos propensos a admitirlos cuando estos amenazaban sus objetivos partidistas, reportó El Tiempo.
Es más, el estudio afirma que las teorías de conspiración política pueden tener consecuencias ominosas, amplias y duraderas, como reducir la participación política, la confianza en el gobierno, la fiabilidad en las elecciones y la fe en la democracia.
Norteamericanos proclives a creer que el fraude existe
Otro estudio reciente publicado en Political Research Quarterly examinó por qué tantos norteamericanos son proclives a creer que el fraude electoral existe.
Los autores del estudio, liderado por Jack Edelson, de la Universidad de Wisconsin-Madison, y Joseph Uscinski, de la Universidad de Miami, sugirieron que tal vez puede estar ligado a un pensamiento conspirativo profundamente arraigado. Sugieren una fuerte vinculación entre sentimientos de impotencia y paranoia conspirativa.
Encontraron que los republicanos en EE. UU. parecen especialmente propensos a creer que hay gente que vota que no debería, mientras que a los demócratas les preocupa más resultar perjudicados.
Finalmente, los autores citan un estudio previo de cartas al editor de ‘The New York Times’ de 1890 a 2010, que revela que los perdedores descontentos cuestionan prácticamente todas las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Acusación de Trump
La acusación de fraude de Trump en la elección de 2020 ha llevado esta práctica a un nivel nuevo y potencialmente peligroso, con consecuencias impredecibles.
Por eso, la estrategia pasiva de Biden puede ser ingenua, y reflejar una falla a la hora de entender el poder emocional de las fuerzas que se desataron en su contra.
De esto se desprende que su equipo debería haber estado más preparado para las maniobras de Trump.
La historia ha demostrado que cuando el narcisismo, la angustia emocional y la negación se combinan y se ponen en marcha, la democracia corre peligro de ser pisoteada.