Una red de sobornos superior a los 788 millones de dólares en la que el conglomerado brasileño de la industria de ingeniería y construcción sería el protagonista, quedó al descubierto a raíz de una investigación llevada a cabo por el Departamento de Justicia de Estados Unidos. La averiguación sacó a la luz un entramado de operaciones de corrupción que la corporación llevó a cabo para beneficiarse de contratos en once países, por el orden de los 3.300 millones de dólares.
Por Maibort Petit | @maibortpetit
El gigante Odebrecht — fundado por el ingeniero Norberto Odebrecht Pernambuco, en 1944, en Salvador de Bahía— que además participa en la elaboración de productos químicos y petroquímicos, se encuentra presente varios países de Suramérica, América Central, el Caribe, Norteamérica, África, Europa y el Medio Oriente.
Los representantes de Odebrecht y Braskem SA -una filial petroquímica- se declararon culpables el pasado 21 de diciembre de 2016 ante la justicia de Estados Unidos y acordaron pagar 3.500 millones de dólares en multas, tanto a las autoridades norteamericanas como a Brasil y a Suiza, por su esquema de sobornos a funcionarios públicos gubernamentales y políticos en varios países del mundo. Y es que las coimas de Odebrecht y Braskem llegaron -además de a Brasil-, a Angola, Argentina, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, México, Mozambique, Panamá, Perú y Venezuela.
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Estas empresas cotizan sus valores en la Bolsa de Nueva York y habrían usado el sistema financiero y bancario de Estados Unidos para hacer los pagos irregulares. Esta es la razón por la que las autoridades norteamericanas se hacen partícipes del asunto y conduce al gobierno estadounidense a acusar a Odebrecht y a Braskem SA de “conspiración para violar” las leyes contra sobornos de EEUU, específicamente la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero, FCPA por sus siglas en inglés.
El trabajo estuvo a cargo de la fiscal auxiliar adjunta, Sung-Hee Suh, de la División Criminal del Departamento de Justicia de Estados Unidos; el fiscal del Distrito Este de Nueva York, Robert L. Capers; el subdirector de la División de Investigaciones Criminales del FBI, Stephen Richardson; y William F. Sweeney, de la oficina de campo del FBI en Nueva York.
Acuerdo sin precedentes
Estas alianzas establecidas por Estados Unidos tienen expresión en el hecho de la colaboración que logró con las autoridades de Brasil y Suiza para poder hacer más expedita la investigación. Una colaboración que no ha operado en todas las circunstancias y en todos los países involucrados que, en algunos casos, muy por el contrario a ayudar parecieran querer entorpecer las averiguaciones.
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Pero de la contribución de quienes sí prestaron su apoyo están las resultas que desembocan en la multa milmillonaria que ahora Odebrecht y Braskem deberán pagar a los tres países por su acción delictiva: 3.500 millones de dólares, más información, lo cual en su conjunto constituye un acuerdo de indulgencia sin parangón en el mundo. Así, las empresas reconocen su culpabilidad, aportan datos importantes sobre la operación, cancelan la cuantiosa multa y, a cambio, los juicios en curso -así como aquellos que en un futuro pudieran abrirse contra las dos compañías- quedan sin efecto.
Mecanismo al descubierto
Este esquema de corruptelas que se extendió por más de una década llevó a Odebrecht a obtener jugosos contratos en los países referidos al inicio de esta entrega, dejando en los bolsillos de funcionarios gubernamentales y políticos unos 788 millones de dólares.
Una compleja red de empresas, transacciones no registradas contablemente y cuentas bancarias off-shore, permitieron hacer los pagos fraudulentos.
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La sofisticación de las operaciones llevó a Odebrecht a crear en el año 2006 la que denominó “División de Operaciones Estructuradas”, todo un refinamiento dentro de la estructura empresarial cuyo único y real objetivo era el pago de sobornos. El departamento actuaba casi con total autonomía. Tanto, que el jefe de esta dependencia pudo, hasta 2009, obtener la autorización de los niveles superiores para aprobar los pagos casi sin ningún obstáculo o requisitos previos. Después de esa fecha esta “responsabilidad” se diluyó en algunos líderes de la empresa, tanto en Brasil, como en las otras jurisdicciones donde esta operaba.
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