La amenazante pintada destaca en los muros. Es la silueta de un hombre rodilla en tierra y apuntando con un fusil. Sobre ella, una leyenda: "Los colectivos toman Caracas en defensa de la ¡Revolución!".
El grafiti pintado sobre una plantilla es común en paredes y edificios del centro y de muchos barrios de Caracas. También sobre los muros blancos externos del Palacio Legislativo, asaltado el miércoles por un grupo de civiles afines al gobierno de Venezuela.
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Los líderes de la oposición los llaman "paramilitares". La fiscal general, Luisa Ortega, los define como "grupos civiles armados al margen de la ley". En la calle los conoce simplemente como "colectivos". Y suelen ir encapuchados.
El gobierno dice que numerosos colectivos son agrupaciones sociales que trabajan en proyectos de educación y de producción dentro de la organización comunal que promovió Hugo Chávez.
Muchos son pacíficos. Muchos tienen un papel muy político asociado a una larga tradición de izquierda. Eso los vinculó a Chávez y a la revolución bolivariana, ahora comandada por el presidente Nicolás Maduro.
Pero otros controlan con armas e impunidad algunas zonas desde hace años, según denuncian vecinos y ONG.
En el actual clima de confrontación y de conflicto político entre gobierno y oposición, que se plasma en las calles, los colectivos cobran un papel protagónico.
El 28 de junio, por ejemplo, manifestantes cortaban la calle frente al Hospital Clínicas Caracas. De repente, un grito: "¡Los colectivos!". Un grupo de motorizados encapuchados causó pánico con su sola presencia.
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En fotos y videos publicados en redes sociales y medios de comunicación locales en las últimas semanas se vio a civiles con armas de fuego.
Aunque es difícil englobar a los colectivos y muchos grupos declinaron hablar de BBC Mundo, visité a líderes de varios colectivos para saber qué piensan y conocer cómo se articulan con las fuerzas de seguridad del Estado.
Cultivo de semillas y seguridad
Junto a un grupo de motorizados de la Fundación Domingo Rebolledo subo una mañana de mayo las empinadas calles del barrio de La Vega, en el oeste de Caracas.
Me muestran el trabajo en la parroquia de la Base de Misiones Sinaí. Las misiones son los programas sociales creados por Chávez en las comunidades. Podrían quedar plasmados en la nueva Constitución que redactará la Asamblea Constituyente que se elige el 30 de julio.
Veo los huertos urbanos, los proyectos de cultivo de semillas y de fertilizantes para fomentar la producción propia y reducir la dependencia de grandes productores y cadenas de distribución.
Buscan ser una comunidad casi autogestionada y sus líderes se declaran abiertamente chavistas y defensores de la revolución.
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La Fundación Domingo Rebolledo se define orgullosamente como colectivo. La forman 64 personas, entre ellos 40 motorizados que tienen también otras misiones.
"Somos anillos de seguridad del pueblo, de la patria", me dice Juan, nombre ficticio de uno de los líderes, que prefiere mantener el anonimato por temor a represalias.
"Somos organizaciones que hemos sido creadas como medidas de seguridad para defender el modelo de gobierno, al pueblo y a los cuadros políticos", afirma.
En los últimos meses, ese trabajo se ha multiplicado con las continuas protestas callejeras contra el gobierno.
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