Sin ánimo de especular sobre el estado de salud de la candidata demócrata Hillary Clinton, o sobre cómo eso puede afectar su campaña electoral, es legítimo preguntarse qué ocurriría en el caso de que ella se viera obligada a retirarse de la carrera presidencial.
El tema se ha vuelto más importante después de que abandonara abruptamente el domingo el homenaje del 11-S por un “malestar”. Su campaña informó horas después que dos días antes había sido diagnosticada con neumonía y que había sufrido un episodio de “acaloramiento y deshidratación”.
La pregunta es quién tomaría su lugar. ¿Su candidato a vicepresidente, Tim Kaine? A primera vista, esa parece ser una de las soluciones más sencillas. Pero no funciona así.
El sistema político estadounidense, conocido por su complejidad, marca un camino más tortuoso y laberíntico si se llega a dar un caso que, según expertos, no tiene un precedente tan directo. Lo detallamos a continuación.
Primer paso: una reunión del Comité Nacional Demócrata
El primer paso lo daría el Partido Demócrata. Donna Brazile, presidenta interina del Comité Nacional Demócrata, convocaría una reunión especial.
Sus miembros tendrían la autoridad para elegir por voto mayoritario a un candidato/a presidencial que reemplace a Clinton, dijeron expertos consultados por Univision Noticias.
El ejemplo más cercano fue la nominación del senador Thomas Eagleton como candidato a vicepresidente por el Partido Demócrata en 1972.
Si bien fue nombrado formalmente como candidato en la convención de su partido, se retiró después de la nominación y fue reemplazado sin problemas por el partido, explicó Joshua Putnam, profesor de ciencia política de la University of Georgia.
Segundo paso: las boletas electorales
Superada esa etapa, el Partido Demócrata enfrentaría un nuevo escollo: sustituir el nombre de Hillary Clinton en las boletas electorales por el nuevo nominado a menos de dos meses de las elecciones del 8 de noviembre.
Cada estado tiene sus plazos y reglas para que los partidos políticos registren y certifiquen a sus candidatos presidenciales, de modo que estos aparezcan en sus papeletas electorales.
En la mayoría de los casos, la fecha límite para registrar un candidato de uno de los dos grandes partidos –el Partido Demócrata o el Partido Republicano- es entre agosto y septiembre.
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A partir de esas fechas, sustituir el nombre de Clinton por el de otro candidato se vuelve más complicado.
Charles Aull, experto de la llamada “enciclopedia de la política americana” Ballotpedia.org, lo explica de esta manera: “Si un candidato se retirase de la carrera a fines de agosto, su nombre ya habría sido certificado para aparecer como el candidato presidencial de su partido en unos 20 estados. Si él o ella se retirasen a fines de septiembre, ese número treparía a casi 40 estados”.
La mayoría de los estados -34, según los expertos- ofrece opciones de voto anticipado, empezando por Carolina del Norte, donde los residentes ya pueden enviar por correo sus votos en ausencia.
Eso no quiere decir que sustituir el nombre de Hillary Clinton en las papeletas sea una tarea imposible.
Richard Winger, editor de Ballot Access News, cree que si se diera el caso, el Partido Demócrata se lo notificaría a los oficiales electorales de cada estado y ellos aceptarían hacer el cambio.
“Cada estado es diferente y no hay demasiados precedentes, pero creo que la mayoría de los estados reimprimiría los boletos. Esto sería un asunto de suma importancia, y son perfectamente capaces de hacerlo”, dijo Winger a Univision Noticias.
Winger cita un caso que se dio en 1990, cuando la Corte Suprema de EEUU ordenó a un condado de Illinois a reimprimir todas sus boletas porque habían dejado fuera a un partido que la Corte consideraba que debía ser incluido. “Hubo que reimprimir tres millones de boletas, pero lo hicieron”.
¿Qué ocurre si Hillary Clinton se retira de la carrera a fines de octubre o a comienzos de noviembre, cuando votantes de muchos estados ya han emitido sus papeletas? Si gana el voto popular en esos estados, ¿irán a parar en manos del nuevo nominado demócrata?
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Según Winger, debido a las particularidades del sistema electoral estadounidense, eso no sería un problema. En Estados Unidos, el presidente es electo de forma indirecta: las personas en realidad votan por los electores que integran el llamado Colegio Electoral, que es donde realmente se escoge al presidente, y ellos se comprometen a votar por un candidato específico.
¿Qué significa eso? Los que votaron por anticipado no habrían “desperdiciado” su voto porque en realidad votaron por los electores, y esos seguirían siendo los mismos aunque Hillary Clinton se retire de la carrera.
“Incluso si la papeleta que emitieron dijese ‘Hillary Clinton’, sería válida para el candidato que la reemplace porque en realidad el voto fue para los electores. Y estos electores le dirían al mundo: si somos elegidos, vamos a votar por el nuevo candidato”, dice Winger.
Charles Aull ve un potencial conflicto en aquellos estados que tienen reglas específicas sobre cómo deben votar los electores. Tal es el caso de Michigan. “La ley dice que el elector debe votar por el candidato cuyo nombre aparece en la boleta. Es una lectura muy estricta de la ley, pero es difícil decir qué ocurriría en el caso de un cambio de candidato”.
No todos los expertos creen que esas leyes estatales deban suponer un problema. “Las leyes estatales no prevalecen sobre la Constitución de EEUU. El artículo 2 de la Constitución dice que los estados eligen a los electores, y ellos tienen el poder en diciembre de elegir al presidente. La ley estatal no les puede quitar ese poder”, aseguró Winger.
Winger cree que los electores de Michigan podrían votar por el nuevo nominado demócrata pese a que su nombre no sea el que aparece en la papeleta, más allá de lo que diga la ley estatal.
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