Mariano Rajoy ha encomendado a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría el control y la coordinación política de todo el ejecutivo para su segundo y último mandato, con especial fijación en construir una estrategia ante el desafío independentista en Cataluña. La propia Santamaría ratificó este lunes esa tarea como la primordial de la nueva legislatura en su masiva toma de posesión como titular de la cartera de Administraciones Territoriales. A continuación, lanzó un mensaje de que “el Estado es cosa de todos” y de que tratará de acortar distancias con la Generalitat. El viernes ya habló con Oriol Junqueras.
Cuando acabó la más que simbólica toma de posesión de Soraya Sáenz de Santamaría de la cartera de ministra de Administraciones Territoriales a manos de su antecesor, Cristóbal Montoro, un grupo de periodistas le preguntó directamente por “¿cuál debía ser el relato del nuevo Gobierno de Mariano Rajoy?” que el presidente aún no ha querido hacer porque no ha comparecido ni ofrecido ninguna explicación. Santamaría sí quiso explayarse y en sus palabras ofreció pistas de cuál es el papel que Rajoy le ha encomendado y de porque se siente ahora especialmente respaldada. “El objetivo del primer Gobierno Rajoy en la primera legislatura era económico, salvar a España de la crisis y evitar el rescate; el de ahora es más un objetivo político y territorial”, indicó Santamaría.
Llamada Junqueras
Cuando se le demandó precisión sobre cuál debía ser esa meta de estos próximos años la vicepresidenta no eludió responder que poner algo de orden en la cuestión territorial y se mostró muy satisfecha de llevar a cabo esa labor en su responsabilidad como ministra de Administraciones Públicas. Santamaría comentó que el viernes, tras acceder a sus estrenados cargos, ya llamó al vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, Oriol Junqueras, que no contestó de entrada, pero luego devolvió la llamada.
La relación personal y política entre Santamaría y Junqueras mejoró algo en el final del anterior mandato, tras meses de interrupción total de las conversaciones, y el vicepresidente catalán llegó a despachar en La Moncloa para sondear la posibilidad de evitar en lo posible tener que dirimir todos los conflictos y divergencias entre ambas instituciones en los tribunales y probar a activar algo más la comisión bilateral. Ese compromiso casi no dio tiempo a ser explorado en el último año del Gobierno en funciones.
La vicepresidenta quiere profundizar esa vía y otras, que este lunes no quiso anticipar cuando se le cuestionó por si tenía prevista una nueva reunión a corto plazo con Junqueras o algún líder político catalán.
En público, durante el discurso que ofreció a la abarrotada concurrencia que acudió al acto de su toma de posesión en el Palacio del Ministerio de Presidencia en pleno paseo de la Castellana de Madrid, sí aprovechó para enfatizar algunos mensajes claramente dirigidos a Cataluña, aunque ampliables a otros aspectos del periodo político que se avecina.
“Mi objetivo será tratar de acortar las distancias que nos separen y fortalecer los vínculos que nos pueden seguir uniendo”, fue la proclama que se reservó Santamaría para finalizar su intervención.
“Vamos a tener que hablar mucho en esta legislatura”, comentó antes de redefinir su reforzada vicepresidencia como la del “diálogo parlamentario y territorial” y para fijar también los límites de ese diálogo: “El mejor instrumento es el marco constitucional de convivencia”.
El mensaje fundamental de la comparecencia fue para requerir la implicación a todos los actores políticos del país: “Todos somos Estado, las Cortes, los poderes, el Gobierno, las comunidades autonómicas y los ayuntamientos y Diputaciones, todos somos competentes de nuestra parte alícuota para hacer una legislatura colaborativa”. Luego prometió “esfuerzo, empatía e imaginación” para llevar a cabo ese reto.
El de Santamaría y Montoro no fue un traspaso normal ni tampoco comedido. No se intercambiaron carteras ministeriales completas sino parceladas. Y los protagonistas han sido en estos años amigos más que compañeros. En su reconocimiento a “la enormidad” de la tarea desarrollada por Santamaría el ministro Montoro la puso como único ejemplo de lo que admira en política: “Vocación, rigor y conocimiento”. En la sala había otros ocho ministros y numerosos altos cargos del Gobierno y el PP.
Además, pese a perder Montoro esas competencias políticas y territoriales, ambos tendrán que seguir trabajando juntos en esa área porque el reparto del Fondo de Liquidación Autonómica (FLA), otras concesiones económicas a las autonomías y el Consejo de Política Fiscal y Financiera seguirán dependiendo del ministro de Hacienda. Santamaría sí podrá renovar al secretario de Estado de Administraciones Públicas porque el actual, Antonio Beteta, se jubila de la política.
Con información de El País