El presidente del Gobierno español en funciones y líder del PP, Mariano Rajoy, optó por no hablar acerca de lo sucedido con la senadora del partido, Rita Barberá.
Dailyn Sánchez/El Político
En el segundo día consecutivo de actos electorales en Galicia, Rajoy ha evitado a toda costa a la prensa para responder a interrogantes relacionadas con la decisión del Tribunal Supremo de imputar a Barberá.
Entre la agenda de actos electorales, estaban incluidas unas visitas a un secadero de jamones en A Cañiza y otra a un pazo en Mos, ambas localidades del sur de la provincia de Pontevedra. Mientras el líder de PP saludaba a los vecinos que acudieron al acto, la prensa se le acercó para interrogarlo y él, sin más, esquivó a los periodistas.
Los reporteros insistieron preguntar sobre la postura del PP y del presidente sobre la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, pero en ninguna ocasión hubo respuesta, Rajoy simplemente decidió cambiar de rumbo en su ruta de saludos para evitar acercarse a la prensa.
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En su visita al Pazo de Mos, Rajoy formuló un discurso, que la prensa siguió a través de una pequeña pantalla de televisión desde una sala contigua al local de la intervención porque los organizadores no los dejaron pasar debido a la falta de espacio en el recinto, lo que significó para el líder del PP seguir evitando preguntas sobre el caso Barberá.
En dicho discurso, el presidente en funciones siguió la misma línea de las locuciones de las últimas semanas, volvió a insistir en la situación de "bloqueo institucional" en la que el PSOE de Pedro Sánchez mantiene al país y que "es muy mala para los intereses de todos los españoles".
El acto se celebró según lo esperado por el líder de PP; muchos elogios y buenas palabras en el que la alcaldesa de Mos, Nidia Arévalo, incluso le exclamó: "Presidente, de ti depende España". Pero el final no siguió esta misma línea; el portavoz de Gañemos Mos, la marca de Podemos en la localidad, Francisco Troitiño, le increpó a gritos de "sinvergüenza" cuando se dirigía al auto y acabó intercambiando insultos y gritos con los defensores fieles de Rajoy que quedaban en el Pazo.
Con información de El País