El 28 de octubre de 2014 fue la última vez que Mariano Rajoy pidió disculpas a los españoles por un asunto grave: la corrupción. Llevaba tres años en el poder con mayoría absoluta, pero el estallido del caso Bárcenas obligó a tocar a rebato en Moncloa. Ahora, con un Gobierno en minoría y los niveles de exigencia ciudadana cada vez mayores, el presidente del Gobierno no está dispuesto, con el silencio, a «engordar las crisis» que inevitablemente van a surgir durante su segundo mandato, reseña el diario español ABC.
Los tres «incendios» (ola de frío, copago y precio de la luz) que ha sufrido su Gabinete desde que tomara posesión han servido, reconocen en su entorno, para poner a prueba la nueva estrategia de comunicación, más humilde y cercana a los problemas de los ciudadanos. «Rajoy tiene claro en esta nueva etapa que la sociedad entiende más una disculpa a tiempo que permanecer en el error, multiplicando los efectos de los errores», apuntan esas fuentes. Esa manera de entender el poder no es ajena además a la necesidad de evitar frentes con PSOE y Ciudadanos, los dos partidos prioritarios para negociar los Presupuestos. Uno de los gestos que mejor sabor de boca han dejado en el Ejecutivo ha sido el de la ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, pidiendo disculpas con efectos retroactivos por la gestión del Yak-42. El «efecto Cospedal» ha cundido en el Gobierno.