Salvo que se obrara el milagro y Albert Rivera anunciara el jueves al Rey que votará a favor de Mariano Rajoy y, con efecto dominó, Pedro Sánchez cambiara su negativa a la investidura por una abstención, ni el 2 de agosto habrá discurso del candidato a presidente, ni un día después primera votación ni el viernes 5 segunda oportunidad para que, por mayoría simple, el actual jefe del Gobierno en funciones salga de nuevo investido con todos los poderes.
A esa conclusión ha llegado Rajoy después de comprobar durante los últimos días que todo lo que podía ir a peor ha ido: su acercamiento a los nacionalistas catalanes para negociar la Mesa del Congreso ha cargado de razones a Ciudadanos para, lejos de endulzar su comprometida abstención con un sí (que otorgaría al PP 169 votos favorables, a solo siete de la mayoría absoluta) empujando al PSOE a no bloquear una investidura «de libro», han enquistado la posición de mínimos de Rivera, dispuesto solo a una «abstención técnica» en la segunda votación y con la amenaza latente de volver al no si el PP tiende más puentes con la antigua Convergencia.
Aunque, como ha reconocido la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, el presidente sigue «intensa y discretamente» negociando, fuentes próximas al líder popular reconocen que «las últimas manifestaciones de Juan Carlos Girauta, vicesecretario de Ciudadanos, reafirmando el veto personal al líder del PP, que imposibilitaría un voto afirmativo a su candidatura, han molestado mucho a Rajoy, que es consciente de que las dificultades son ahora mayores que hace unos días». La documentación económica remitida desde Moncloa a Rivera, distinguiéndole así como actor preferente de las negociaciones, ha pasado a ser papel mojado, según admiten en el PP.
No obstante, el presidente quiere hacer entender al político catalán, con el que ha hablado en varias ocasiones en estas últimas horas, que la estrategia de aproximación a Convergencia nada tiene que ver con la posición del Ejecutivo respecto a la deriva secesionista de las autoridades catalanas. No solo no tira la toalla respecto a Ciudadanos, sino que el equipo negociador de este partido ha recibido de nuevo, como último intento de acercamiento, el ofrecimiento de que el acuerdo para la investidura incluya la entrada en el Consejo de Ministros tanto de Rivera como vicepresidente y portavoz como de otros miembros de esa formación en carteras importantes. Por el momento, la respuesta de los aludidos sigue siendo la negativa. «Si no entendemos que Rajoy sea la persona indicada para liderar la nueva etapa, menos nos vamos a implicar admitiendo la entrada de Albert como vicepresidente», sostienen en la formación naranja.
Hasta el propio Rivera ha insistido en los últimos días en que no se planteará un voto afirmativo si el candidato a la presidencia sigue siendo Rajoy. Tanto es así que el líder de Ciudadanos recordó en una reciente entrevista en El País que no baraja entrar en el Ejecutivo, como ocurre con otras formaciones europeas en Gobiernos de coalición, porque «en esos países de Europa no aparecía el presidente en los papeles de Bárcenas».
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