Los social media, o medios sociles, son reflejo de la sociedad y hay algo que resalta en el tipo y calidad de lo publicado: la mayoría de la gente suele sobrestimar la importancia de su opinión. Y sin duda sus criterios y visiones sobre un tema son un derecho y, en muchos, son valederos, pero se trata de la exageración y la seguridad casi absoluta con la que una mayoría de personas valora sus propias ideas.
¿Por qué ocurre esto? Porque una gran cantidad está pendiente de sus propias opiniones y las reacciones que provocan. Y son víctimas del Efecto Dunning-Kruger, aquel que ha comprobado que la gente ignorante o poco informada suele estar segura de lo que afirma aunque sea falso, mientras que el estudioso o experto suele dudar de lo que afirma, aunque sea cierto.
Gonzalo Morales Divo
En su libro "La epidemia narcisista", la profesora Jean M. Twenge denuncia en 2007 que la “visión inflada del yo está en todas partes. Los adolescentes y los adultos jóvenes lo perfeccionan en Facebook (…) y está creando personas deprimidas, solas y enterradas bajo montones de deudas”, cita un estudio realizado con 37.000 estudiantes universitarios y señala que “los rasgos de personalidad narcisista aumentaron tan rápido como la obesidad desde la década de 1980” en Estados Unidos. “Una epidemia”, según sus palabras. ¿Cómo se llama popularmente a los millenials? La Generación Yo (Me Generation).
La psicóloga Lisa Firestone afirma que muchos estudios han mostrado “conexiones entre [social media como] Facebook y el narcisismo. Los estudios son consistentes en sus hallazgos de que la gente con altos puntajes en los cuestionarios del Inventario de Personalidad Narcisista tienden a tener más amigos en Facebook, se etiquetan más en fotos y publican más frecuentemente sus estatus”.
Las redes en uno y otro lado
Las redes venezolanas no son excepción; de hecho, son una gran vitrina. Se observa un festival egomaníaco en los que figurar, protagonizar, ser reconocidos, deja los contenidos y mensajes como algo accesorio. Usando mensajes políticos o campañas de acción social, realmente son vehículos para introducir agendas personales y deseos de protagonismo. A veces tiene buen desenlace (un vocero o líder que ejerza algo más que buenos tuits). Pero el narcisismo de muchos suele opacar muchas iniciativas, porque la exposición que se logra puede ser un trampolín político para algunos, no para las ideas. Y lo aprovechan.
Hay narcisismos de todos los tamaños, pero la unidad mínima es el individuo. El empoderamiento de las redes acentúa una posición egocentrista.
Las redes en Venezuela han sido importantes políticamente, pero se nota un agotamiento general que no involucra solo a la oposición sino al chavismo también, activo en redes principalmente como masa, no como conjunto de ciudadanos. Lo del chavismo es peor porque se castiga la libertad de expresión, y en la red opositora hay exceso de libertad, tanta que deviene en caos. En la chavista cae en manos de laboratorios rusos, chinos, cubanos o chavistas per se. Será difícil encontrar un cibernauta más estereotipado, zombi y robotizado que el chavista.
Por su parte, excepto en campañas de hashtags, los opositores no usan las redes como un organismo coordinado y enfocado a objetivos de lucha política contra el chavismo. En el pasado sí, y todavía esporádicamente, pero en la mayoría de los casos son terrenos de agrias confrontaciones. A veces solo para eso.
Conclusiones y prácticas que pueden ayudar
En Venezuela las redes han sido un importante medio de lucha política desde principios de siglo. Pero su contundencia ha decrecido. Además de su normalización en el mundo, la animosidad, el ego, la división inherente al venezolano desde la Gran Colombia, las noticias falsas y el caos en las redes han neutralizado sus efectos positivos de lucha política.
Hay excepciones, por supuesto, tuiteros que se dedican a compartir información útil, a educar, no a contrabandear liderazgos personales y hacer política personal disfrazada de activismo. Hay que seguir a los que ponen el foco en el contenido, en su audiencia y no en el ego.
Dejo algunas prácticas que pueden ayudar a un trabajo de redes más focalizado y efectivo:
- Concentrarse en el mensaje político que se quiere dar. Trabajarlo con cuidado y distribuirlo con el fin de informar. No para figurar, ni lograr liderazgo personal, sino para darle ideas al lector.
- Que el mensaje tenga resonancia, pero no obsesionarse por la cantidad de likes o retuits. Si es alto, qué bueno. Si no, tranquilo. En realidad elobjetivo es dejar constancia de quese dijo.
- Usar las redes que se dominen mejor y donde tengan más resonancia. No hace falta distribuir mensajes por todas. Una buena combinación sería, por ejemplo, Facebook, Twitter y una lista de correo.
- No personalizar el mensaje, ni los debates en redes. Se trata de temas, no de personas. No apelar a la "falacia ad hominem", sino centrarse en las ideas, en los pensamientos, en los argumentos, no en la personalidad, los defectos o la conducta de los interlocutores. Si se dice: “Es que tú…”, “Eres un disociado” o algo peor, no contestar con la misma moneda, sigo concentrarse en el tema o decir adiós, si no hay sentido en seguir.
- No obsesionarse en convencer o “ganar la discusión”. Si le dan buenos argumentos, acogerlos. No hay problema en aceptar que uno se equivocó o que lo han convencido de un argumentos que antes rechazaba.
- Si hace una denuncia, susténtela con datos verificables y de fuentes de calidad. No de rumores o audios de Whatsapp. Si predice algo y no se cumple acéptelo. ¿Cuántos de esos que predijeron al menos 10 escenarios distintos en eventos recientes y que resultaron falsos lo manifestaron? Ninguno.
- Importante: Tener actividades en otras esferas en línea: grupos, chats, newsgroups, otras cuentas de social media sobre temas distintos: lúdicos, académicos, de entretenimiento, en otros idiomas, en otros quehaceres. La variedad refresca la mente.