A los noveles mandatarios de Estados Unidos, Joe Biden, y de Israel, Naftali Bennett, pesan sobre sus espaldas una relación observada por diversos criterios políticos internos de sus naciones, sobre todo en las decisiones que se adopten para el Oriente Medio. Pero algo está muy claro: una mano lava a la otra.
El Político
A su lo visualiza un reporte periodístico de la agencia noticiosa AP elaborado por sus corresponsales Matthew Lee y Joseph Krauss acreditados en Jerusalén. Indican que la forma como el presidente Biden y el primer ministro Bennett gestionen esa relación, será determinante en las perspectivas de paz y estabilidad en Oriente Medio.
Ambos marcan el inicio de una era que ya no está definida por la poderosa personalidad que sembró el ex primer ministro Benjamin Netayahu. En su momento histórico desafió súbitamente a la administración demócrata del entonces mandatario estadounidense Barack Obama. Y poco después recogió la cosecha de una cálida relación con el presidente republicano Donald Trump.
El gobierno de Bennett anuncia que intentará reparar las relaciones con los demócratas de Estados Unidos. Y al mismo tiempo restaurar el apoyo bipartidista de la nación norteamericana a Israel. En este contexto, Biden se encumbre en un enfoque más equilibrado sobre el conflicto palestino con su nación cercana Irán.
Nuevo primer ministro israelí, Naftali Bennett es felicitado por Joe Biden https://t.co/iZlTjFdkmT
— NTN24 (@NTN24) June 14, 2021
Oriente Medio entre dos continentes
La relación entre Estados Unidos e Israel a todas luces es crucial para ambas naciones. Por muchos años Israel ha considerado a Estados Unidos como su aliado más cercano y garante de su seguridad y posición internacional. Del otro lado continental, Washington cuenta con la destreza militar y de inteligencia israelí en un Medio Oriente evidentemente turbulento.
A su vez, tanto a Biden como a Bennett los presionan las políticas internas nacionales. Bennett lidera una coalición incierta de ocho partidos de todo el espectro político de Israel, cuyo principal punto de convergencia fue sacar a Netanyahu del poder después de doce años. De su lado Biden se esfuerza por cerrar la brecha en su partido demócrata, con un respaldo literalmente uniforme sobre su visión de Israel. Aunque un ala progresista de sus copartidarios dicen estar convencidos de que debe ponerse fin a la ocupación de medio siglo por parte de Israel de las tierras que los palestinos quieren para establecer un estado en el futuro.
En este escenario, poco después de asumir el cargo, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores israelí, Yair Lapid, reconoció los desafíos que enfrenta Israel en Washington. Dijo: “Nos encontramos con una Casa Blanca, un Senado y una Cámara demócratas y están enojados. Necesitamos cambiar la forma en que trabajamos con ellos”.
Conforme a las interpretaciones que divulgan los observadores, una prueba clave radica en el problema iraní. Sobre todo si Biden insiste en procurar que Estados Unidos regrese al acuerdo nuclear forjado por Obama y el cual Trump desconoció. El nuevo gobierno israelí se opone a resucitar el acuerdo. Aunque adelantó que discutirá el asunto a puerta cerrada.
Fuente: AP