El intento del chavismo por revertir la victoria opositora en los comicios para la gobernación del estado Barinas terminó siendo un tiro por la culata. La oposición volvió a ganar ayer.
Mes y medio antes, el triunfo del candidato disidente Freddy Superlano fue anulado por un poder judicial alineado con el chavismo. Se ordenó repetir las elecciones, con Superlano además habilitado. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), principal coalición opositora, lanzó en su lugar a Sergio Garrido, un político mucho menos conocido… Y aun así este triunfó con un porcentaje mucho mayor al de Superlano.
El resultado del domingo da un aliento a los grupos opositores que insisten en el voto como vía para el cambio político en Venezuela. También expone ciertas debilidades del chavismo. Pero no significa que la política del país haya cambiado al punto de que la oposición solo tiene que movilizar una pluralidad de votos para ganar elecciones.
Trabas superadas
No es poca cosa lo que la oposición logró en términos de captación de votos. Diversos factores esgrimidos por el Estado chavista se unieron para impedirlo. Para empezar, aparte de Superlano, otros posibles candidatos competitivos fueron inhabilitados. La MUD tuvo que lanzar a Garrido, un político de trayectoria local relativamente desconocido (Superlano, en cambio, ha sido diputado por Barinas en la Asamblea Nacional).
No hubo además ayer observación electoral, a diferencia de la elección original, en noviembre. En aquel entonces estaba de visita una misión de observación electoral de la Unión Europea. El informe de la misma, lleno de críticas a los vicios del sistema, fue desechado por el chavismo, que no le permitió seguir en Venezuela.
A eso hay que agregar que, como ya es habitual en comicios venezolanos, el chavismo empleó recursos del Estado para su campaña. También restringió la propaganda opositora en medios de comunicación.
Sin embargo, y muy a pesar del desánimo generalizado, la participación en las elecciones repetidas fue de 52%. En noviembre había sido de 41%. Mientras que en aquel entonces la diferencia entre Superlano y su rival chavista fue de 0,4%, esta vez fue de 14%.
Aunque el chavismo consiguió más votos que en noviembre, su desempeño relativo de cara al de la oposición fue muy pobre. Tal vez confió en que los obstáculos a la campaña opositora le permitirían ganar aun lanzando como candidato a Jorge Arreaza, un exministro que no es oriundo de Barinas ni había competido antes por un cargo de elección popular.
Trabas por superar
La MUD dejó de participar en elecciones en 2017, denunciando la falta de condiciones justas. En 2020 giró 180 grados para tomar parte en las elecciones regionales y municipales de noviembre. Sin embargo, fracasó en generar entusiasmo, la abstención fue elevadísima y el chavismo se quedó con la inmensa mayoría de las gobernaciones y alcaldías. Eso cambió en Barinas ayer, lo cual sin duda será aprovechado por quienes criticaron a la MUD por dejar la “ruta electoral”.
Efectivamente, siempre ha sido posible que la oposición logre el cambio político por esta ruta. Lo sigue siendo, pero si el caso Barinas será el nuevo paradigma, la disidencia debe hacer varias cosas. En primer lugar, debe preguntarse si puede replicar a nivel nacional lo ocurrido en el estado llanero, o si esto fue solo una anomalía. En segundo lugar, debe asimilar las tácticas que le permitieron vencer la apatía política del venezolano para así ganar con un margen incluso mejor la gobernación.
Pero lo más importante es que cuente con un plan de movilización ciudadana en caso de que sea necesario defender el voto. Una gobernación en manos de la oposición no compromete la hegemonía chavista. De hecho, en 2017 el chavismo dejó claro que puede tolerar unas pocas gobernaciones en tal condición, con tal de que no hagan resistencia a sus intereses.
Si fuera el poder central lo que estuviera en juego, es muy poco probable que el chavismo acepte su derrota, como lo hizo ayer. Para muestra la victoria aplastante de la oposición en las parlamentarias de 2015, seguidas por un desconocimiento de facto de la Asamblea Nacional por el chavismo.
La viabilidad de las elecciones como forma de cambio político dependen de que la oposición entienda esto. Su primera prueba pudiera ser la convocatoria a un referéndum revocatorio contra Maduro este mismo año.