Con decenas de rascacielos, corporativos y hoteles, Santa Fe es hoy una zona que luce imponente en el ‘skyline’ de la Ciudad de México, escondiendo en sus entrañas desde minas y basureros a grandes males del país como la corrupción, la inseguridad o la falta de planificación urbana.
Desde un punto alto, este barrio de negocios y residencial revela el potencial académico e inversor de México, con modernos centros comerciales, universidades de primer nivel y la presencia de grandes compañías como el español Banco Santander o Televisa.
Pero también exhibe sus problemas. Edificios construidos en peligrosas barrancas, explotación inmobiliaria, un sinfín de vehículos y unos humildes barrios aledaños.
De acuerdo con datos de la Asociación de Colonos de Santa Fe, durante el día conviven hasta 350.000 personas, pero solo un 15 % son residentes de esta zona con 150 corporativos, 2.500 cuartos de hoteles y seis universidades.
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Un impresionante crecimiento urbanístico no exento de polémica, y malas prácticas.
La comisión de irregularidades "es una oportunidad que tienen desarrolladores y tristemente muchos la eligen", lamenta Itziar de Luisa, presidenta de Colonos de Santa Fe.
De esta manera, recuerda a Efe, la zona tiene hoy edificios con mayor altura o planta de la originalmente planificada o con infraestructura mal utilizada, como estacionamientos convertidos en tiendas.
En octubre de 2015, cerca de 6.000 metros cúbicos de tierra se desprendieron de un cerro, dejando unos exclusivos edificios a escasos metros del precipicio.
"Fue una suma de decisiones desafortunadas", explica De Luisa desde la base de esta montaña, rebajada y recortada en un ángulo de casi 90 grados por mineros que durante décadas sacaron grava y arena.
"Al minero nadie le dijo que escalonara, y cuando se desarrollan los pisos arriba, a nadie se le ocurre asegurar el terreno", cuenta sobre este suceso que no causó fallecidos.
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En 1984, el gobierno capitalino expropió 960 hectáreas para convertir Santa Fe en una zona de desarrollo económico. Desde la época de la colonia, fue una vía para ir al Estado de México y un lugar con muchas minas, barrancas y un vertedero, la Alameda Poniente.
El basurero "fue el más grande de América Latina en los años setenta", remarca la presidenta de la entidad, quien denuncia que la autoridad no contempló "ningún saneamiento" cuando lo clausuró en los noventa y la zona se reconvirtió en un estacionamiento y varias canchas de fútbol.
El profesor de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Benjamin Ruiz explica a Efe que, si bien hubo un plan de rehabilitación, solo se "aplanó y puso tierra encima", sin remover residuos orgánicos.
Ello genera hundimientos y metano, que puede provocar "flamazos espontáneos" e incluso explosiones, destaca el experto, que tiene registro de "pequeños eventos" en estacionamientos de dos centros educativos cercanos.
Si bien hay un dictamen de riesgo oficial que reconoce la acumulación de biogás en la zona, esta sigue operando con normalidad, tal y como constató Efe en una visita.
La Secretaría de Protección Civil capitalina no ofreció declaraciones a Efe alegando falta de tiempo de su titular, remitiendo a la oficina de transparencia para recabar información.
Estos problemas urbanísticos se suman a otro gran mal nacional: la desigualdad.
Desde el Puente de los Poetas se ven diferencias abismales. De un lado, el pueblo de Santa Lucía, con precarias construcciones y varios huertos. Del otro, grandes edificios y viviendas residenciales con guardias de seguridad.
Y es que Santa Fe está rodeada de pobreza con varios barrios marginados de la delegación de Cuajimalpa, de la que forma parte.
El contraste es tan llamativo como representativo de México, con un 46 % de la población pobre y uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim.
Otro enorme reto de la zona es la movilidad, pues en horas pico se colapsa de vehículos y los trabajadores no residentes hacen en promedio entre una hora y media y dos de trayecto, detalla De Luisa.
La vecina reconoce tener "enormes expectativas" con el tren México-Toluca, que conectará el barrio con otros puntos de la capital y el Estado de México.
Santa Fe también padece una patente, aunque no generalizada, inseguridad. "Hay asaltos a casa-habitación, a estudiantes y en el transporte público. Aquí el botín es muy bueno", remarca.
Uno de los casos más sonados fue el secuestro y posterior asesinato, en septiembre del pasado año, de María Villar, sobrina del presidente de la Federación Española de Fútbol.
En medio de estas virtudes y defectos, los residentes luchan hoy por conquistar espacios públicos y hacer la zona más amable para el peatón.
Antes de fines de año y tras largas conversaciones con las autoridades, se inaugurará el parque de La Mexicana, un espacio de 30 hectáreas que supondrá un pulmón verde para la contaminada megalópolis.
Con información de EFE