Se complica el panorama político de Israel una vez más. Con 30 escaños en el Parlamento, Benjamín Netanyahu necesita de magia para sumar los 61 necesarios.
El Político
El proceso electoral del martes pasado mantiene la incertidumbre abierta y nada está claro en cuanto a lo que puede pasar. Se complica el panorama político.
En principio el primer ministro Benjamín Netanyahu tiene la primera opción:
Con 30 escaños, 12 más que su más cercano competidor Yair Lapid, el bloque con que cuenta llega a sumar 59 votos, faltándole todavía dos para asegurar el triunfo.
El panorama político complicado
La carta más fuerte que podría inclinar la balanza hacia Netanyahu es su gran rival personal, jefe del partido conservador Yamina, Naftali Bennett, quien por sus siete votos aspira una participación clave en el gobierno.
Pero esta suma no basta para destrabar el panorama político en Israel. Tendría que recurrir a dos partidos, ultraortodoxos y ultraconservador y conseguir la abstención del partido islamista árabe Raam que dirige Mansour Abbas.
Escenario conservador
De lograr esos convenios, algunos de ellos en secreto, la resultante sería la del Gobierno más conservador y religioso. Para gobernar Netanyahu necesitará el apoyo de la facción del Movimiento Islámico. Para no creerlo.
Pero en este enrevesado panorama cualquier solución sería aceptada por el pueblo de Israel, ante el temor de verse obligado en un quinto proceso electoral.
Con el 94,4% de los votos escrutados, los números no le alcanzan al primer ministro para conseguir los 61 escaños que necesita para formar gobierno. Likud y la derecha podrían integrar al partido árabe Ra’am para conseguir las bancadas restantes.