Su misión, en estos momentos, será la de perfilar el papel del principal partido de la oposición en medio de una crisis descomunal en la que el Gobierno, a la fuerza, acapara todo el poder y toda la atención pública.
El Político
Para suplir a Jeremy Corbyn, derrotado por Boris Johnson en las elecciones de 2019, el Partido Laborista ha escogido a Keir Starmer, un abogado de 57 años, que había mantenido encontronazos con Corbyn en temas como el Breixit: Starmer era partidario de un segundo Referendum
A pesar de las limitaciones impuestas por el coronavirus, el Partido Laborista dio una demostración de fuerza y de 800 mil militantes han participado en el proceso
Starmer logró el 56,2% de los votos y llega a su puesto en condiciones muy distintas a aquellas en las que se postuló. Su propósito era preservar el mensaje radicalmente de izquierdas del último programa electoral de Corbyn pero deshacerse del sectarismo que los críticos del veterano político le achacaban.
Pedido de Johnson, respuesta de Starmer
Frente a la calamidad que vive la humanidad y concretamente el Reino Unido por la propagación del coronavirus, el presidente Boris Johnson, afectado él mismo por la pandemia, envió el siguiente mensaje a los partidos
“Como líderes, tenemos el deber de trabajar juntos en un momento de emergencia nacional”
Starmer ni siquiera lo dudó para responderle:
“En tiempos como estos necesitamos un buen Gobierno, que salve vidas y proteja nuestro país. Es una gran responsabilidad, y hayamos votado o no a este Gobierno, todos confiamos en él para que lo haga bien. En aras del interés general, el Partido Laborista cumplirá con la parte que le corresponde. Bajo mi liderazgo, nos comprometemos constructivamente con el Gobierno. No haremos oposición por hacer oposición ni exigiremos demandas imposibles, sino con el coraje de apoyar al Gobierno cuando sea lo correcto”, ha dicho el nuevo líder laborista.
Agregó sin embargo que su apoyo no será incondicional: “Examinaremos las propuestas y medidas, y cuando veamos errores, a un Gobierno que falla o decisiones no tomadas con la rapidez suficiente, lo denunciaremos. Con el mismo propósito que persigue el Gobierno: salvar vidas y proteger a nuestro país. Es un propósito compartido”.
Las circunstancias en que Starmer pasa al primer plano de la política son excepcionales y convierten sus primeros cien días en una carrera de obstáculos y en todo un desafío. El Parlamento sigue cerrado por la crisis del coronavirus y el partido no puede reunirse.
El candidato ha tenido que preparar un mensaje grabado para aceptar su victoria y comenzar a desgranar sus planes de futuro. Y sobre todo, la noticia de su elección, que en circunstancias normales acapararía titulares y atención de los medios durante semanas, corre el riesgo de diluirse de inmediato en las actuales circunstancias extraordinarias.
Es un firme pro Europa
El Brexit y la futura relación con la UE, el caballo de batalla de Starmer durante estos años (ha demostrado ser un firme proeuropeísta) han desaparecido, por el momento, del debate público. Y la política expansiva de gasto del Gobierno Johnson, para intentar salir de la inevitable recesión que ha provocado la pandemia, va a complicar el discurso perseguido por el laborismo para contrastar sus propuestas con las de los conservadores.
Junto a todos estos problemas, Starmer tendrá que gestionar una estructura y direcciones laboristas plagada de “corbynistas” que, con los estatutos en la mano, pueden seguir en sus puestos para plantarle cara y obstaculizar su tarea.
Vigilancia sobre Starmer
La corriente laborista que impulsó a Corbyn a la dirección del paritdo, Momentum, lanzó inmediatamente después de conocerse el resultado de la votación un comunicado en el que advertían a Starmer de que no tiraban la toalla: “Su mandato consiste en seguir construyendo a partir de la visión transformadora de Jeremy, y esto supone que deberá designar una nueva dirección del partido que crea en esas políticas y que trabaje con todos los miembros para hacerlas realidad (…) Vigilaremos a Ker y nos aseguraremos de que cumpla sus promesas”, dijo la organización.
Starmer cuenta en su haber con la destreza necesaria para componer pactos y con un conocimiento interno del partido adquirido durante décadas de lucha. Participó en todas las batallas de los sindicatos contra Margaret Thatcher y se ganó su apoyo y lealtad.
Durante los tres años agónicos para el laborismo que supuso la crisis del Brexit fue la voz más crítica con la posición del partido sin que Corbyn desconfiara de él, y a su impulso se debe el compromiso interno de la formación por el que se acabó defendiendo un segundo referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE.
Starmer reivinica su equidistancia entre las diferentes facciones del partido reivindicando el legado tanto de Blair como de Corbyn.
Aunque ha sido uno de los colaboradores más estrechos de Jeremy Corbyn han tenido frecuentes fricciones. En relación al Brexit insistió en defender un segundo referéndum para revertir la salida de la UE mientras Corbin mantenía una posición neutral.8
En su campaña de primarias ha subrayado su perfil izquierdista y se ha comprometido en mantener propuestas de Corbyn como abolir las tasas universitarias y nacionalizar los servicios clave.