Cuando Donald Trump dijo el año pasado que había una crisis en la frontera sur de Estados Unidos, sus palabras causaron conmoción.
Por Redacción El Político
En la estación migratoria Siglo XXI en Tapachula (Chiapas) se vive el drama de los migrantes de primera mano. Los funcionarios de seguridad están acostumbrados a observar las escenas más deprimentes, como el caso de una niña de ocho años cubierta por minúsculas gotas de sudor frío, que escupe espuma blanca con los ojos cerrados.
Se trata de uno de los centros migratorios más grandes de Latinoamérica en una de las fronteras más transitadas del mundo. Esa línea separa a Guatemala de México. Las escenas son deprimentes: niños desnutridos con fiebre y diarrea. Madres desesperadas.
“La situación actual en la frontera sur presenta una crisis de seguridad fronteriza y humanitaria que amenaza los intereses centrales de seguridad nacional y constituye una emergencia nacional” dijo Trump en un comunicado emitido por la Casa Blanca.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) de EE. UU. Participó en más de 100,000 acciones de control de la frontera en marzo, la mayor cantidad durante un mes en más de una década.
La división de familias fue una consecuencia de la política de “tolerancia cero” con la inmigración ilegal, por la que EU procesaba criminalmente a los adultos indocumentados, algo que antes no se hacía, y que llevaba a alejar a los menores de sus padres cuando estos eran privados de libertad.
México, entre los migrantes y Donald Trump
México tiene mucho que perder si su presidente, Andrés Manuel López Obrador, respeta la convención de la ONU y los derechos de los migrantes, porque Trump amenaza con cerrar la frontera común, de la que depende el 80 % del comercio exterior.
López Obrador, por su parte, intenta a través de su programa "Estás en tu casa” inducir a los migrantes a quedarse, sobre todo, en los estados del sur mexicano. Pero existe un problema: los migrantes quieren ir a Estados Unidos, donde se sienten atraídos por los altos salarios y, con frecuencia, tienen parientes.
Para apaciguar al presidente de Estados Unidos, México retiene a los migrantes en campos de refugiados donde les prometen visado y trabajo. Además, una estrecha red de controles de carreteras evita que viajen ilegalmente hacia el norte. México se ha convertido en un puesto fronterizo, un papel que ya asumió con el expresidente Enrique Peña Nieto.
Fuente: DW