Un niño muere entre las llamas mientras sus padres se fueron de luna de miel, familias salvadas por oportunas reservas de agua o por la generosidad de una vecina: los destinos de muchas familias portuguesas cambiaron abruptamente durante el dramático incendio de este fin de semana.
Trágica luna de miel
Los padres de Rodrigo, un niño de 4 años, se habían casado hace algunas semanas. Se fueron de luna de miel y dejaron al pequeño a cargo de unos tíos, cuenta el Correio da Manha. Presa del pánico al enterarse del incendio en su pueblo Nodeirinho en la región de Leiria, la madre lanzó de inmediato un llamado en las redes sociales para buscar a su hijo. La abuela llegó desde Lisboa para intentar encontrarlo, pero fue en vano. Los cuerpos de Rodrigo y de su tío aparecieron calcinados junto a un automóvil, atrapados por las llamadas en su huida desesperada.
Agua milagrosa
Mientras varios habitantes del pueblo de Pobrais morían intentando escapar al fuego por la carretera, la familia Ferreira sobrevivió refugiándose en una pequeña reserva de agua dispuesta a escasos metros de la casa.
La madre, Maria do Céu, ama de casa de 52 años, su marido marino mercante retirado de 68, y sus dos hijas de 37 y 32 años, relataron a la AFP su estado de "terror indescriptible". Pero resistieron al pánico y lograron salvarse en medio del bosque en llamas.
¿Durante cuánto tiempo permanecieron inmersos en el tanque de agua? Difícil de decir, tanto el miedo les alteró la noción del tiempo. Una hora, según la madre, un cuarto de hora, cree recordar la hija.
"Sabía que si nos quedábamos en el agua estaríamos en seguridad", explicó esta ingeniera forestal. "Intentamos convencer a nuestros vecinos de que se quedasen, les imploramos, pero igual se fueron" en automóvil, hacia la ruta donde once de ellos se toparon con la muerte.
Adelaide y los ocho náufragos
El sábado, en el pueblo de Nodeirinho, dos parejas en medio del pánico golpean junto a sus tres niños a la puerta de la casa de Adelaide Silva, viuda de 60 años, cuenta el diario Expresso.
Su casa, la más moderna del barrio, no teme a las llamas que devoran las demás viviendas una tras otra. Un oasis para esta gente de Lisboa sorprendida por el incendio cuando regresaban de un almuerzo con amigos.
Adelaide acepta inmediatamente alojarlos por la noche. Hacia la medianoche, otra persona en dificultades golpea a la puerta: es una de las vecinas de Adelaide, que acaba de intentar escapar en automóvil junto a su marido. Pero el fuego rápidamente les cerró el camino, matando al marido mientras la esposa lograba escapar con el rostro los brazos y la espalda quemados.
Una de las mujeres que ya estaba en la casa y que era enfermera tuvo el reflejo de cubrirle las heridas con servilletas mojadas hasta la llegada de los socorristas que la trasladaron al hospital.
Ahora que pasó la pesadilla, Adelaide no quiere salir de su casa, porque allí se siente en seguridad.
Arruinados por el fuego
Vergel, olivares, huerta, camioneta… Virgilio Godinho y su esposa Isabel vieron partir en llamas la pequeña chacra que constituía su principal fuente de subsistencia, devorada por el fuego en el pueblo de Vilas de Pedro.
El matrimonio y su hija de 18 años lograron escapar porque estaban en otro pueblo, asistiendo a una boda. Pero "perdimos todo. No sabemos lo que vamos a comer. Estoy desesperada", se lamenta llorando Isabel, de 63 años, en medio de las colinas devastadas.
Mecánico en seguro de paro, Virgilio halló destruidas por el fuego las herramientas con las que trabajaba haciendo changas.
"Felizmente no estábamos, porque hubiese tratado de salvar mis cosas y hubiese sucedido lo peor", dice resignado.
AFP