La victoria, en Argentina, de Javier Milei, un outsider que capitalizó el voto de la ciudadanía descontenta, permite anticipar un remezón.
El Político
Se tratará, metafóricamente hablando, de un seísmo que agitará la realidad dentro del país, pero también fuera de éste.
Desde sus tiempos de candidato, Milei, hoy presidente electo de la nación albiceleste, prometió reformas de calado.
El economista, que se autodenomina libertario, pero también anarco – capitalista, ha planteado, por ejemplo, la eliminación del Banco Central.
Javier Milei, quien también ha sido docente universitario y, por tanto, académico, ha dicho, además, que Argentina necesita reemplazar el peso, su moneda actual, por el dólar.
De acuerdo con el dirigente, las modificaciones en casa se deberán estar acompañadas por un viraje en la política exterior.
En tal sentido, se ha mostrado proclive a enfatizar los lazos con Estados Unidos e Israel, dos naciones que, a su juicio, son necesarias para hacer de Argentina “una potencia”.
De igual forma, ha dicho que está dispuesto a trabajar con cualquier país que pretenda combatir al socialismo en todas sus formas.
Para Milei, ese modelo, popular en la República Argentina y en otros Estados de Latinoamérica, es lo más parecido a “una enfermedad del alma”.
Por ello, Milei se ha mostrado contrario a gobiernos como el de “Lula” Da Silva en Brasil e, incluso, a la China comunista que hoy es gobernada por Xi Jinping.
Reto para el Mercosur
A pesar de su golpeada economía, Argentina se mantiene como el segundo país más importante del Mercado Común del Sur (Mercosur).
Aunque el bloque está integrado por los albicelestes, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, sus dimensiones económicas sólo son superadas por los amazónicos.
Brasil exhibe un producto interno bruto anual (PIB) de casi dos mil millones de dólares, mientras que Argentina tiene uno muy cercano a los 660 millones de dólares.
Con tal realidad como telón de fondo, posibles discrepancias entre Brasilia y Buenos Aires podrían resultar perjudiciales para el Mercosur.
En el pasado, Javier Milei tildó a Luiz Inácio “Lula” Da Silva, presidente de la República Federativa de Brasil, como un “comunista rabioso”.
Tras ese calificativo – y una vez conocida la victoria del economista – el propio “Lula” se limitó a desear “buena suerte y éxito al nuevo Gobierno argentino”.
Con las divergencias a flor de piel, la palabra de Uruguay, el tercer socio más importante dentro del Mercosur, se plantea como fundamental.
Luis Lacalle Pou, un mandatario que tiene profundas diferencias con Alberto Fernández, actual presidente de Argentina, ha manifestado mayor afinidad con Javier Milei.
Lo anterior, adicionado a la buena reputación de Uruguay dentro de América el Sur, podría hacer de Montevideo una bisagra que evite la desarticulación del Mercado Común.
China y Unión Europea
Durante una entrevista televisiva, Javier Milei se negó, de forma rotunda, a mantener relaciones políticas y comerciales con China.
Como quien llama a las cosas por su nombre, Milei calificó al de Pekín como un régimen “comunista”.
Desde el gigante asiático no demoraron en responder. En la réplica, la Cancillería china utilizó su habitual tono mesurado.
Wang Wenbin, vocera del ministerio chino para las Relaciones Exteriores, indicó que la realidad de su país dista mucho de lo que el libertario tiene en mente.
En consecuencia, la funcionaria invitó al académico a viajar hasta la República Popular.
De ese modo, indicó Wenbin, el economista podría “ver con sus propios ojos” cómo es la vida en China, más allá de las ideologías.
Aunque muy previo a la elección del domingo, el impasse avivó temores, sobre todo porque China es el segundo socio comercial más importante de Argentina.
Una enemistad entre los países limitaría, por ejemplo, la posibilidad de Buenos Aires para usar el sistema de pago interbancario que fue creado por China.
Una eventual rivalidad también daría al traste con las líneas de crédito que el régimen de Xi Jinping ha otorgado a su actual aliado suramericano.
Más allá de lo bilateral, las posibles divergencias entre la futura administración de Javier Milei con China y Brasil dificultarían la sociedad de los asiáticos con el Mercosur.
Ese particular también preocupa a la Unión Europea, pero no porque los 27 esperen que se concrete el tratado del libre comercio entre el Mercado Común y la República Popular.
Desde el viejo continente han dilatado la aprobación de su propio tratado con el Mercosur, condicionándola a modificaciones.
De acuerdo con la versión oficial, los cambios buscan que las prácticas de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela se aproximen a las de la Unión.
En concreto, el bloque comunitario desea que los sistemas productivos en América del Sur se adapten a las normas europeas, en favor del medio ambiente.
Si Buenos Aires riñe con Brasilia y si sus respectivos presidentes no hallan formas para trabajar en conjunto, el pacto Mercosur – Unión Europea podría no concretarse.