En una medida que ha generado gran repercusión en el ámbito de la inteligencia estadounidense, Tulsi Gabbard, directora de Inteligencia Nacional, anunció el despido de Mike Collins, presidente interino del Consejo Nacional de Inteligencia (NIC), y de su adjunta, Maria Langan-Riekhof.
Según fuentes oficiales, esta decisión responde a un plan para combatir la politización y la instrumentalización de la inteligencia dentro del organismo. Collins y Langan-Riekhof fueron señalados por la nueva dirección como figuras que obstaculizaban la agenda presidencial y promovían una visión contraria a la administración actual.
El despido se produjo poco después de que el NIC publicara un informe que desmentía una de las principales justificaciones del gobierno para deportar migrantes venezolanos a El Salvador. El documento indicaba que el régimen de Nicolás Maduro “probablemente no tiene una política de cooperación con el Tren de Aragua” ni dirige sus operaciones en territorio estadounidense, debilitando así los argumentos oficiales para aplicar medidas migratorias estrictas.
Además, la oficina de Gabbard trasladó el NIC desde las instalaciones de la CIA a dependencias bajo control directo de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, buscando un mayor control y transparencia.
Este movimiento ha sido interpretado por algunos expertos como una purga política dentro del organismo, mientras que otros defienden la necesidad de garantizar la lealtad y la coherencia en los análisis de inteligencia.
El debate sobre la independencia y la politización de las agencias de inteligencia vuelve a estar en el centro de la escena tras esta polémica decisión.