El terror se apoderó de esta madre cuando leyó lo que su hija piensa y su deseo por quitarse la vida.
Los niños son alegres, felices, juegan, se divierten. Pero lamentablemente hay algunos que con crueles con otros y se burlan o hacen cosas malas como jugar bromas pesadas. Al ser niño se está en un proceso de formación y muchas veces los pequeños no saben cómo manejar ciertas situaciones, por ejemplo el bullying, que ha cobrado la vida de muchos adolescentes.
El acoso llegó a la vida de una pequeña de 7 años quien para solucionarlo quiere terminar con su vida. Su madre, Silvia cuenta que todo comenzó hace un año, cuando su hija, la segunda de cuatro hermanos, cursaba 2º de Primaria.
Antes de navidades comenzó a presentar una crisis de ansiedad: apretaba los labios, cerraba los ojos y lloraba pidiendo ayuda. Aparentemente no había motivo para su sufrimiento, por lo que sus padres lo achacaban a su excesiva sensibilidad, a su madurez precoz.
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Una psicóloga le diagnostica depresión con ideas persistentes de suicidio. La psicóloga ve conveniente alertar al colegio y así lo hicieron. El colegio le dijo a los padres que todo el personal estará pendiente de ella. Pero una noche de enero la pequeña le confesó a su madre que en clase, después de comer, se subió a una silla, abrió la ventana y dio un paso más en su cabeza. "Pensé en tirarme por la ventana" manifestó a su madre. Por suerte apareció una compañera y no lo hizo. La pequeña le pide entre lágrimas a su madre que la ayude a evitarlo. No sabe lo que pasará la próxima vez.
"Yo siempre la consuelo, le digo que estoy allí para que no lo haga. Pero sé que no es verdad, estoy aterrorizada. Cada vez que la pierdo de vista subo corriendo a su habitación, con el corazón en un puño, esperando encontrarme la ventana cerrada… Muchas veces la encuentro llorando, agazapada en una esquinita, bajo una mesa o una cama. De vez en cuando le veo moratones en las piernas. Cuando le pregunto, no sabe cómo se los ha hecho. Observo que en clase este año no se integra, que se mantiene junto a las niñas pero no interactúa. Me dice que se siente sola, que no quieren jugar con ella. Ella se viste cada día con su sonrisa de mentira pero su mirada no nos engaña. Esa mirada cargada de tristeza, de agonía. Y sólo tiene siete años" narró Silvia.
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La familia estaba desesperada, no sabían porque la niña querría suicidarse hasta que llegó el verano y todo cobró sentido…
A finales de junio, toda la familia se fue a Irlanda. Otra gente, otro idioma, otro paisaje… y la niña sonríe por primera vez de verdad en un año. Entonces empieza a llorar amargamente y reveló el motivo del sufrimiento que la había llevado a pensar en la ventana como única salida. El motivo tiene nombre y apellidos.
"Nos cuenta que desde que entró en el colegio hace dos años pero sobre todo en el último, una compañera la ha insultado, pegado, humillado y aislado del resto con amenazas y coacciones, a ella y a las demás. Al final del curso nadie quiere saber nada de nuestra hija. Está destrozada. Lo peor son las mofas de todo el grupo, cómo huían de ella en el patio, cómo le decían "tú no puedes jugar con nosotras", cómo le quitaban la comida en el comedor. Cómo la acosadora la perseguía cuando salía de clase para ir al baño insultándola y amenazándola. Cómo se ocupaba de que el resto de las niñas jugaran delante del banquito en el que mi hija pasaba los recreos aislada para restregarle que ella no podía jugar. Cómo la obligaba a ir la última de la fila, llegando a empujarla por las escaleras un día que un profesor la puso la primera, harto de verla siempre la última…" explicó la madre de la pequeña.
Pero eso no es todo, Silvia dijo que además la otra niña le decía a su hija cosas como; "tonta", "niña rara". "Le decía "nunca vas a tener amigos", "te odio", "ojalá te mueras", "vete del colegio". Le otorgaba el papel de "niña invisible". La llamaba "rompeceras": nuestra hija, debido a la tensión y el miedo acumulados, rompía las ceras cuando las usaba. Así que nadie del grupo le prestaba ceras y le tiraban las suyas para reírse de ella. Aún hoy nos sorprende con anécdotas crueles".
Ante esto la madre se cuestionó: " ¿Qué tuvo que sentir mi hija cuando iba por las escaleras y alguien la empujó? ¿Cuando la perseguía hasta el baño sin parar de insultarla? ¿Cuando le quitaba la comida, se la echaba al resto de compañeras y las demás le seguían el juego? ¿Y cuando fue a coger unas pinturas y la acosadora la empujó y le clavó la esquina del pupitre en la boca? Ese día sí sé lo que sintió: se subió a una silla y abrió la ventana".
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Se acaba el verano, llega el momento de volver a España y la pequeña se niega. Quiere quedarse en Irlanda, donde la gente es buena. No quiere ni oír de regresar a su colegio. "Le prometo que no volverá a compartir aula con su maltratadora: el protocolo contra el acoso escolar [de la Junta de Andalucía] nos ampara. ¡Qué ilusa soy!"
¡Ayuda!
Silvia le pidió ayuda a las madres de las otras niñas quienes confirmaron que sus hijas señalan a la acosadora como única responsable de este rechazo. "Comunicamos al colegio la situación. El colegio nos promete mirar por el bienestar de la niña y nosotros creemos en su palabra. Nos proponen que vaya incorporándose a las clases gradualmente. La niña al principio se niega pero la convencemos".
Nada más alejado de la realidad… "La directora empieza no recibiéndonos. Nos dice que no puede cambiar a ningún alumno de grupo, que siente mucho lo ocurrido y que no volverá a pasar. Nos dicen que ya han avisado a la inspección, pero cuando llamamos al inspector descubrimos que es mentira. Y el inspector nos avisa de que en un colegio privado no tiene competencias. Aun así, les pide que abran un expediente y supuestamente lo hacen, pero de facto no significa nada. El supuesto expediente se tergiversa y manipula: se esconden testimonios que apoyan nuestra versión y se da prioridad al de la tutora".
Último día de clase
"El 3 de octubre fue su último día. Entra en la clase vacía a recoger su mochila y revive las humillaciones. Dice basta. Ha tocado fondo y ya no puede más. Vuelve a pensar en la ventana como única salida y la psicóloga nos dice que no regrese: ya no hay solución. A partir de ahí no puede ver el uniforme, no puede escuchar las canciones que aprendió en el colegio, no puede ver nada que tenga relación con el colegio sin que le dé una crisis de ansiedad".
Guardia Civil
La madre de la niña advirtió al colegio que iría a la Guardia Civil. "Entonces me piden que no denuncie, asumen que sí ven cosas y me dicen que van a tomar medidas (superfluas e insuficientes)… pero que nunca lo reconocerán porque son los responsables. Quieren taparlo todo. En un colegio católico que se llena la boca con el lema Educando en valores, hay intereses que están por encima de la justicia y del bienestar de una niña de siete años".
Impunidad
Silvia contrató a un abogado y presentó la denuncia y se van a Irlanda. La familia presentó una denuncia ante la Guardia Civil de Sevilla el 15 de octubre de 2016. En noviembre, la Fiscalía de Menores la archivó -porque la presunta agresora, al ser menor de 14 años, es inimputable-, invitándoles a acudir a la vía civil ordinaria. Este 27 de enero, tras asesorarse con abogados, Silvia y su marido presentaron ya una querella ante los juzgados de instrucción de Sevilla contra tres miembros del colegio CEU San Pablo Sevilla (la directora, el jefe de estudios y una profesora), contra un inspector de Educación, contra los padres de la presunta agresora y contra la Fundación San Pablo CEU Andalucía como responsable civil).
El caso lo estudia el juzgado de instrucción número 7. "Nos vamos a Irlanda, el país que no debimos haber dejado. Y el resto de nuestros hijos lloran por sus amigos. Y sus amigos lloran por nuestros hijos. Y los abuelos lloran por los nietos. Y los nietos por los abuelos… Pero el colegio no llora. Aunque diga que lo siente, se alegra de vernos marchar. De que desaparezca la prueba diaria de su negligencia".
Con información de El Mundo