Moon Express, una joven compañía de Florida, espera ser la primera empresa privada en lanzar una pequeña nave no tripulada a la Luna antes de fin de año.
De tener éxito, debería allanar el camino a los vuelos regulares destinados a entregar equipamiento científico y a la exploración para explotar los recursos del suelo lunar y su potencial comercial.
"Seguimos trabajando duro para tratar de cumplir con esa fecha", dice Robert Richards, director ejecutivo y cofundador en 2010 de la empresa, cuya sede está en Cabo Cañaveral, Florida.
Pero este canadiense reconoce en una entrevista con la AFP que la idea de lograr esa meta "es muy optimista, ya que el cohete todavía no ha alcanzado la órbita de la Tierra en los vuelos de prueba" y la nave "todavía se está construyendo".
El esfuerzo para intentar el primer vuelo en este corto período de tiempo está motivado por los 20 millones de dólares ofrecidos por el premio Google Lunar X Prize en 2007.
La condición: ser una entidad privada y lanzar un vehículo que toque el suelo de la Luna antes del 31 de diciembre de 2017.
Otra condición es que, una vez llegada a la Luna, la nave o un robot que viaje a bordo se desplacen por unos 500 metros, y transmitir un video y fotos a la Tierra.
Moon Express, que parece tener las mejores posibilidades, es uno de los cinco finalistas en el concurso en el que han participado 33 contendientes.
– Vuelos económicos –
Los otros cuatro concursantes seleccionados son el equipo japonés Hakuto, el israelí SpaceIL, el indio Team Indus, y Synergy Moon, una colaboración internacional de más de 15 países.
"Nos encantaría, por supuesto, ganar los 20 millones de dólares, pero no es la motivación fundamental de nuestra compañía", asegura Richards.
"Tenemos la intención de construir una empresa visionaria capaz de ofrecer vuelos económicos a la Luna, con el fin de desarrollar nuevos mercados", sostiene, precisando que el primer vuelo costará menos de diez millones de dólares, un monto considerado bajo.
"El objetivo a largo plazo es explorar la riqueza lunar y explotarla, empezando por el agua", dice el empresario.
Citando un estudio publicado recientemente, Richards señala que este valioso recurso es más abundante en la Luna de lo que se pensaba.
El agua es un elemento esencial para la exploración humana del sistema solar, al suministrar el oxígeno necesario para la vida y el hidrógeno para el combustible de los cohetes.
"La Luna se convertirá en una especie de estación de servicio" para las naves espaciales del futuro, predice.
El suelo lunar es también rico en platino y helio 3, raro en la Tierra, que podría ser utilizado para la fusión nuclear.
– Una lata de refresco –
La pequeña nave lunar de Moon Express, llamada MX1-E, mide 0,91 metros de ancho y 1,37 metros de alto.
Con la forma de una lata de refresco con pies para aterrizar, consta de una sola etapa y su motor le permite volar de la órbita terrestre a la Luna. Demorará de cinco a seis días entre el despegue y el alunizaje, de acuerdo con Richards.
De hecho, explica, el MX1-E es el primer módulo de un sistema de exploración, un poco como una pieza de Lego que se une a otras para obtener vehículos más grandes, capaces de llevar cargas más pesadas.
Las otras naves son MX2, MX5 y MX9, los números correspondientes al número de módulos.
Dadas sus dimensiones, MX1-E puede ser lanzado por el nuevo cohete Electron, construido por 5 millones de dólares por la empresa estadounidense Rocket Lab, desde sus instalaciones en Nueva Zelanda.
Todavía quedan tres vuelos de prueba de los cuatro previstos antes del lanzamiento de MX1-E.
"Están un poco retrasados para el calendario, pero todo va muy bien", asegura el director de Moon Express, que prevé tres misiones a la Luna antes de fines de 2020.
Aparte del primer vuelo con MX1-E, un segundo está programado al polo sur lunar, rico en hielo, para establecer allí una estación de investigación automatizada.
Por último, la tercera misión tiene como objetivo traer a la Tierra muestras del suelo lunar.
La compañía ya ha firmado varios contratos con clientes, incluyendo cuatro con el Instituto Nacional Italiano de Física Nuclear para enviar retrorreflectores a la superficie lunar.
Estos complementarán los colocados durante las misiones Apolo hace más de 40 años y permitirán, entre otras cosas, la investigación en astrofísica.
Otro contrato, con la International Lunar Observatory Association, prevé transportar telescopios al polo sur de la Luna en 2019.