El coronavirus no solo ha generado crisis a nivel sanitario y económico, esta pandemia ha provocado algunos efectos secundarios que perjudican directamente la vida corriente de las personas.
El Político
Por ejemplo, uno de estos efectos colaterales que ha dejado el virus está afectando a las peticiones de asilo de los inmigrantes en los Estados Unidos, en este caso vamos a referirnos a la petición de los venezolanos por un trabajo que hizo el portal Diario Las Américas.
El gobierno federal está trabajando de lleno para intentar solventar y disminuir todo el desastre que el COVID-19 está dejando en el país norteamericano.
El organismo encargado del tema migratorio, el USCIS, quien cerró sus oficinas temporalmente, emitió un comunicado en el que ha dicho que al reanudar sus operaciones corrientes reprogramará de forma automática todas aquellas citas que tenían prevista a través de un correo postal donde se les asignará una nueva fecha.
Sin embargo, con la pandemia en pleno apogeo se cree que eso llevará mucho tiempo.
“Entre más tarde este proceso de las huellas, más desesperante será para nosotros. No podemos acceder a la documentación para la licencia de conducir, y, por ende, no podemos manejar y no tenemos identificación”, dijo Sofía Gómez, venezolana de nacimiento y que su petición de asilo ha quedado en el limbo.
El Servicio de Ciudadanía e Inmigración requiere que se le tomen las huellas dactilares, fotografía y/o firma, a los solicitantes de asilos, con el propósito de confirmar su identidad y llevar a cabo las verificaciones de antecedentes y de seguridad. Desde ese momento corren 180 días para solicitar su Documento de Autorización de Empleo (EAD, por sus siglas en inglés).
Destaca una nota de Diario Las Américas que Sofía llegó en junio de 2019 a Miami junto a su esposo y niña de cinco años huyendo del régimen socialista de Nicolás Maduro en Venezuela. Su marido fue víctima de persecución en la empresa estatal en la que trabajaba, al grado de que su vida corrió peligro en varias oportunidades por criticar al gobierno y respaldar al líder opositor Juan Guaidó.
Ambos tienen miedo de quedar en la calle si no pueden reactivarse con sus empleos en los días siguientes. Ambos fueron contratados en un restaurante.
Junto a Sofía y su familia viven su cuñada y los hijos de esta, y entre todos tratan de compartir los gastos del hogar y servicios que ascienden, sin alimentos, a unos 2.500 dólares mensuales.
“Hambre creo que no vamos a pasar aún, pero es el alquiler de la casa lo que más nos angustia”, expresa esta venezolana, que mensualmente debe abonar 800 dólares para costear su parte de la vivienda, de unos 1.600 dólares.
“El sueldo que recibo me ayuda a pagar las cosas básicas, y, si bien la niña va a la escuela y tiene comida allí, estos días estando en casa, los gastos se incrementaron”, cuenta Sofía mientras limpia unas cebollas en su puesto de trabajo.
Hasta 2018 un total de 28.401 peticiones de asilos de venezolanos fueron recibidas en Estados Unidos, según el último informe del USCIS. Fue el doble en comparación con 2016 cuando se presentaron 14.795 casos. Hasta junio de 2019, el último dato disponible, había cerca de 7.000 peticiones de nacionales de Venezuela.
En Miami está la comunidad más grande de venezolanos en los Estados Unidos y ante la crisis por la pandemia del COVID-19, son miles de personas nacidas en el país caribeño quienes no han recibido respeustas a la primera fase sobre las peticiones de asilo, por lo que corren el riesgo de quedar más desamparados.
Las organizaciones caritativas de venezolanos, que de por sí ya están desbordadas por las peticiones de ayuda que a diario reciben de su comunidad, pueden verse afectadas a partir de ahora que la falta de empleos amenaza con impactar a gran parte de Estados Unidos.
“Uno está como invisible en estos momentos, porque las ayudas económicas no serán para personas con el estatus migratorio que tenemos”, lamenta Juan Carlos Fernández, un venezolano que a sus casi 60 años tuvo que emigrar a EEUU para trabajar en un restaurante, cuando fungía de gerente en una importante empresa en Caracas.
Sofía trabaja junto a su esposo en el restaurante de comida latina y ambos están padeciendo la falta de horas para completar la jornada laboral por semana. “El peligro es que tenemos que conducir sin licencia del estado de Florida porque el USCIS tardó más de lo debido en enviarnos la cita para las huellas, sumado a la paralización por la pandemia”, dice Sofía.
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Con información de Diario Las Américas