Las pescadoras de Venezuela rompen paradigmas en un área que sólo era del dominio masculino. Las mujeres de los pueblos costeros aragüeños Choroní y Chuao, ya no se ocultan tras los fogones o limpian en posadas. Ahora van a bordo de botes llamados peñeros, lanzan redes al mar y llevan el sustento a casa. Los hombres aprendieron a respetarlas y a trabajar con ellas de tú a tú en la pesca.
El Político
La crisis de Venezuela acabó con el turismo en los pueblos costeros del estado Aragua. La inseguridad sumó otro tanto para alejar a los visitantes y la pandemia de coronavirus fue el remate. Muchas mujeres perdieron sus trabajos. Pero no se quedaron de brazos cruzados.
Decidieron poner en práctica lo que vieron hacer a sus padres, hermanos y esposos: Ir a pescar. Y lo hicieron tan bien que esa se convirtió en su tarea principal y la fuente de sustento de sus hogares.
Mucho antes del amanecer, las pescadoras de Venezuela se suman a las decenas de hombres que se reúnen alrededor de las lanchas en las costas de Chuao y Choroní. Tienen un temple especial. Se requiere energía y valentía para estar más de 12 horas a bordo de un bote o peñero.
Sus cuerpos bronceados muestran cicatrices y manos lisiadas después de años de pesca. Cada vez hay más mujeres entre ellos, destaca Infobae.
Gran esfuerzo y poca paga
También se requiere de gran fortaleza mental y espiritual para soportar toda esa carga de trabajo, físicamente exigente, que puede pagar el equivalente a 8 dólares después de cinco turnos consecutivos de 12 horas.
Ese pago es ínfimo si se compara con los 390 dólares mensuales que necesita una familia venezolana para cubrir la canasta básica de alimentos. Sin embargo, es más que el salario mínimo mensual de 5 dólares vigente en Venezuela en 2023.
Las Toras
Para las mujeres que viven a lo largo de la costa venezolana, pasar de supervisar un restaurante o una posada, al mundo de la pesca, es bastante drástico. Necesitan fuerza física para arrastrar las redes. Pero además tienen que nadar, sumergirse y bucear, además de caminar a veces largos trechos para llegar al puerto de salida.
Pero cuatro mujeres apodadas ‘Las Toras’ ya se habían abierto camino como pescadoras en Venezuela desde 2010, aproximadamente, aunque lo hacían más como pasatiempo, que por necesidad. Con esa experiencia ejercieron el rol de mentoras de las recién llegadas al oficio.
El alias de Las Toras se lo ganaron a pulso. Ellas son capaces de hacer cualquier tarea considerada "cosa de hombres". Y la pandemia sacó de ellas toda la fuerza interior.
La pescadora Greyla Aguilera, de 48 años, comenta que las pescadoras dependen unas de otras y de sus padres para cuidar a sus hijos mientras están en el mar.
También señala que, aunque les ha costado ganarse un sitio en un oficio considerado masculino, ahora tienen mucha presencia. De hecho, hay mujeres en los dos consejos de pescadores y hay mujeres dueñas de lanchas.
Pescadoras "de carácter"
Las dueñas de embarcaciones “son de carácter" y casi todo su personal obrero son mujeres, detallan las pescadoras de Venezuela. No se trata de preferencias o privilegios. Por el contrario, se les exige tanto o más que a un hombre en la misma faena.
Los hombres y mujeres que se dedican a la pesca trabajan en equipos de cuatro o cinco lanchas. Van cercando el pescado entre todos y luego llenan sus redes pequeñas para subirlas a los botes. Es un trabajo demandante que requiere paciencia, agilidad y temple.
Los accidentes son raros, pero suceden. En esos casos están en riesgo las vidas, así como las extremidades de los pescadores, sin distinción de sexo o edad. Todos corren peligro.
La crisis en Venezuela obliga a las mujeres a ser pescadoras un trabajo tradicional de hombres y no es para alegrarse
https://t.co/vM3P5wvgU3— Fran Tovar (@ftovar432) July 2, 2023
El pasado mes de junio, las pescadoras de Venezuela y sus compañeros de las costas de Chuao y Choroní pescaron unos 4.000 kilogramos de peces durante una serie de turnos. El pago era de 7 dólares por persona. Casi un dólar por día en el que la jornada puede extenderse 12 horas e incluye riesgos.
Pero cobrar completo el dinero no siempre se logra. En muchos casos, las pescadoras venezolanas tienen que dar prioridad a la alimentación de su familia. Se llevan a casa parte del pescado y los dueños de las embarcaciones les descuentan de su salario lo que se llevaron. El pago se reduce a 5 dólares. Vivir sólo de este trabajo es casi imposible.
Comunidad machista y matriarcal
Aguilera dice que "la comunidad es muy machista y a la vez matriarcal". No son palabras dichas al azar. Ella tiene formación en Derecho y sabe de lo que habla. También sabe de cocina y no pierde la esperanza de abrir una cafetería.
Pero hay otros elementos que también llevan a las pescadoras venezolanas a lanzarse cada día a la mar. La electricidad falla con demasiada frecuencia en las comunidades costeras. Eso atenta contra cualquier emprendimiento.
Por consiguiente, entre todas las mujeres se apoyan para que las otras vayan a pescar. Primas, hermanas, madres y abuelas se ofrecen a hacerse cargo de otras tareas para que ellas tengan la libertad de ejercer su oficio, que lleva el sustento a casa.
Fuente: Vogue