Venezuela llegó en 2018 al primer lugar de la alarmante clasificación de los países más violentos de América Latina. El país sudamericano cierra el año con una tasa de 81,4 homicidios por cada 100.000 habitantes —una cifra que lo coloca como el más violento de la región, por encima de El Salvador y Honduras— y un total de 23.047 personas asesinadas, según los datos recopilados por el Observatorio Venezolano de Violencia. Ante la opacidad de las estadísticas oficiales, este ente y ocho universidades miden año tras año la magnitud del problema en una nación que sigue desangrándose por la violencia, exacerbada por la peor crisis económica, política y social que se recuerda.
"En 2017 estuvimos de segundos, pero nuestros colegas investigadores en Honduras nos han dicho que la tasa este año estará por la mitad de la de Venezuela, y los de El Salvador dicen que será cerca de los 60 homicidios cada 100.000 habitantes. Claramente seremos el país más violento de América Latina y el de más homicidios en el mundo", ha subrayado este jueves el sociólogo Roberto Briceño León, director del Observatorio, en la presentación del informe.
La cifra bruta —23.047 muertes violentas— encierra otra aún más preocupante: 10.422 de ellas son claramente homicidios, pero otras 7.523 corresponden a lo que la policía clasifica como "resistencia a la autoridad". En otras palabras: casi la tercera parte ocurrieron a manos de las fuerzas de seguridad, en muchos casos en episodios de ejecuciones extrajudiciales. El resto —5.102— están todavía bajo el tupido velo de la averiguación.
"El Gobierno ha establecido que la única política para [solucionar] el problema es [hacer] desaparecer delincuentes y no reducir la delincuencia. Desde 2015 vemos con preocupación una política de exterminio de los delincuentes, un aumento de la acción represiva que no conlleva al fortalecimiento de la seguridad ciudadana y va en contra de la institucionalidad y los derechos humanos", ha explicado Briceño León en la presentación del estudio.