Décadas de lucha contra la corrupción y el crimen organizado acabaron, en Quito, la noche del 02 de agosto. Tres mortales disparos, todos directo a su cabeza, pusieron fin a la vida, carrera y aspiraciones de Fernando Villavicencio.
El Político
El periodista de 59 años, un hombre de corte conservador, era el abanderado del Movimiento Concertación.
Junto a ese partido, creado en 2007 con el nombre de Concertación Nacional Democrática, “Don Villa”, como le decían de forma afectuosa, aspiraba alcanzar la Presidencia de Ecuador.
De acuerdo con distintos sondeos, el asesinado dirigente se mecía entre el tercer y el cuarto puesto de las encuestas que, desde junio, miden la intención de voto, de cara a los comicios generales que se efectuarán este mes.
Entre sus propuestas destacaba la lucha frontal contra los cárteles de la droga. Para Villavicencio era imperativo combatir a los narcotraficantes, pero también erradicar los tentáculos que han permitido a los capos permear el sistema de justicia, la policía y hasta las Fuerzas Armadas.
“Es tiempo de valientes” era el lema de su campaña. La frase, más que un slogan, representaba un desafío a las mafias, pero también una promesa de lucha contra la inseguridad que, por estos días, amenaza a los ciudadanos y políticos ecuatorianos.
Tres en un mes
El abatido líder competía por la Presidencia, pero su experiencia política se remonta a 2021.
Aquel año, “Don Villa” resultó elegido para ocupar un escaño dentro de la Asamblea Nacional (AN), el órgano del poder Legislativo de Ecuador.
Tal asiento le permitió presidir la Comisión de Fiscalización del Parlamento, una trinchera que aprovechó para hacer denuncias sobre aparentes casos de corrupción.
Dado su alto perfil, el magnicidio de Villavicencio fue, quizá, el más reseñado. Su muerte, sin embargo, no es el único atentado contra un dirigente político.
Durante la segunda quincena de julio, el 17 de ese mes para ser precisos, Ríder Sánchez, candidato a la AN por la alianza CREO, fue abordado por un grupo de hombres armados.
Con el afán de apoderarse del vehículo del aspirante, los sujetos dispararon contra la humanidad del candidato.
El asesinato, ocurrido en Quinindé, en la provincia de Esmeraldas, fue reprochado por Otto Sonnenholzner, ex vicepresidente de Ecuador y candidato a la Presidencia, de cara a las elecciones extraordinarias del 20 de agosto.
Luego de Sánchez, la siguiente víctima en orden cronológico, fue Agustín Intriago. Para el momento del atentado en su contra, el dirigente se desempeñaba como alcalde de Manta, una ciudad que se sitúa en el departamento de Manabí.
Intriago, quien murió el 24 de julio, visitaba el barrio “15 de Septiembre”. El abatido mandatario había acudido a ese lugar para supervisar unas obras de alcantarillado.
Cuando se retiraba, el gobernante local recibió seis disparos, casi todos en su pecho. Junto a él pereció Ariana Chancay, una deportista que se le había acercado para hacerle una solicitud de apoyo.
Agustín Intriago era descrito como un hombre popular. Tras ganar la Alcaldía de Manta en 2019, con 41.71% de los votos, repitió el triunfo en febrero de este año, con 60% de las papeletas.
Su fuerte, destacan expertos, radicaba en su intachable carrera como abogado, en su fama de incorruptible y en su corta edad. Con 38 años, Intriago era uno de los funcionarios más jóvenes de todo Ecuador.
Dos en la costa
Al ser evaluados con lupa, los asesinatos de Villavicencio, Sánchez e Intriago exhiben coincidencias destacables. Los tres están vinculados a la delincuencia o al crimen organizado y dos de ellos fueron perpetrados en la costa ecuatoriana.
Tanto Esmeraldas como Manabí, los departamentos en los que perecieron Ríder Sánchez y Agustín Intriago, se ubican en la franja litoral que le permite a Ecuador tener salida al Océano Pacífico.
Con más de 70.600 kilómetro cuadrados, esa línea se encuentra integrada, además, por las provincias de El Oro, Guayas, Los Ríos, Santa Elena y Santo Domingo de los Tsáchilas.
Aunque sus bosques, manglares y playas suelen ser propicios para el desarrollo de actividades turísticas, la costa ecuatoriana también se destaca por su actividad pesquera.
La zona cuenta, además, con importantes puertos, que sirven como puerta de entrada o salida para la mercancía que importa el país o que va a los mercados extranjeros.
Esos mismos puertos e, incluso, otros de índole clandestinos son empleados por cárteles de la droga que hacen vida en Ecuador.
El más peligroso de ellos, Los Choneros, llegó a amenazar de muerte a Fernando Villavicencio.
Esa agrupación, liderada por José Adolfo Macías, alias “El Fito”, trabaja como sucursal, en Ecuador, del temible cártel mexicano de Sinaloa.
La organización de alias “El FIto”, trasladado el sábado a una cárcel de máxima seguridad, mediante un mega operativo que involucró al Ejército, rivaliza con otros grupos delincuenciales.
Los Lobos, Los Tiguerones y los Chone Killers son bandas que, pese a tener presencia en Ecuador, ejecutan operaciones para el cártel Jalisco Nueva Generación, una empresa criminal que rivaliza con el cártel de Sinaloa.
Pese a que controlan buena parte del mercado de la cocaína en México, la de Sinaloa y la de Jalisco Nueva Generación son agrupaciones que, gracias a su transnacionalización, ahora compiten por el envío de narcóticos desde Ecuador hacia Centroamérica, Norteamérica y Europa.