Vivimos desde hace décadas en un planeta en continuo cambio, pero no solo a una escala regional o local, lo que no constituiría en si una novedad, sino a una escala global, y se habla, de este modo, de cambio global.
El Político
Este concepto engloba todas aquellas modificaciones de alcance planetario fruto, principalmente, del enorme consumo de recursos y la ingente producción de residuos que generamos los 7.500 millones de seres humanos.
La lista de estos cambios viene encabezada, dado el reto mayúsculo que supone revertirlo, por el cambio climático, cuya manifestación más visible y certificada es el calentamiento global, reportó El Confidencial.
En efecto, vivimos en un planeta y en un país más cálidos que 40 años atrás. Aunque en ciencia no se discute la existencia del calentamiento global, y hasta en los medios de comunicación son ya agua pasada los debates fifty-fifty sobre su realidad o no, conviene recordar algunas de las evidencias de que estamos viviendo en una nueva etapa en la historia del clima de la Tierra.
Cambio de temperatura en distintas regiones
Sin duda, la evidencia más clara sobre el calentamiento actual la proveen las innumerables series de datos de temperatura de distintas regiones del planeta que, analizadas estadísticamente, revelan, en conjunto, que la temperatura del aire en superficie ha aumentado en más de 1ºC desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.
Este valor, aparentemente pequeño a una escala cotidiana, la de un día en un lugar, constituye un valor considerable cuando se refiere al conjunto del planeta en promedio anual.
Las observaciones térmicas registradas por los satélites en las últimas décadas han confirmado igualmente el calentamiento de la superficie.
Un indicador muy robusto sobre el calentamiento lo ofrece la retirada del hielo, sea la acusada pérdida del hielo marino del océano Glacial Ártico; como la fusión del hielo de Groenlandia y la Antártida, y el retroceso casi generalizado de los glaciares de montaña desde hace ya bastantes decenios.
Otro cambio: aumento del nivel del mar
El aumento del nivel del mar es otra de las evidencias del calentamiento, consecuencia a su vez de la elevación de la temperatura y del deshielo.
El nivel del mar está aumentando entre 3 y 4 mm cada año, lo que parece muy poco, pero supondría prácticamente un palmo en un siglo; con el correspondiente efecto negativo en las playas y las ciudades costeras.
El nivel del mar aumenta por el deshielo, pero también por el propio calentamiento de las aguas; que, al perder densidad, aumentan su volumen.
Como es sabido, el calentamiento actual es consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero; entre ellos el CO2, producido principalmente por la quema de los combustibles fósiles.
La concentración de este gas y de otros de efecto invernadero no cesa de aumentar; lo que ‘garantiza’ la continuación del calentamiento.
Bioindicadores climáticos
Por último, numerosas especies vegetales y animales cuya fenología y comportamiento dependen del tiempo; y del clima están actuando como auténticos bioindicadores climáticos.
La floración cada vez más temprana de ciertas especies cultivadas evidencia una llegada cada vez más prematura de la primavera; al igual que la recolección de los frutos, como la vendimia, se ve adelantada por unos veranos más cálidos.
De igual modo, la aparición cada vez más frecuente de especies animales no autóctonas en territorios alejados de su área natural de distribución delata, a menudo; que el aumento global de la temperatura esta facilitando su colonización y asentamiento como especies invasoras.
Las evidencias son claras, irrefutables, es la hora de actuar decididamente como sociedad; ¿o no han declarado la mayoría de instituciones que estamos en emergencia climática?