El chavismo fue pionero en la llamada “ola rosada”. Un conjunto de gobiernos de izquierda populista que llegaron democráticamente al poder en la primera década del siglo XXI en Latinoamérica.
Alejandro Armas / El Político
Tal fenómeno le vino como anillo al dedo, pues las afinidades ideológicas (y la generosidad en petrodólares) le confirieron el silencio de buena parte de la región mientras desmantelaba la democracia venezolana.
Luego, en la década siguiente, hubo una oleada opuesta. Gobiernos de derecha liberal o conservadora desplazaron a los suscritos al Foro de Sao Paulo. Brasil y Argentina, los gigantes suramericanos, dejaron sus ropajes rojos con Jair Bolsonaro y Mauricio Macri. Sebastián Piñera consiguió un segundo mandato en Chile. Lenín Moreno en Ecuador, sin abandonar la izquierda, rompió con el correísmo. Y todos estos gobiernos asumieron una postura de repudio al chavismo y colaboración con la oposición venezolana en sus esfuerzos por restaurar la democracia en Caracas.
Pero la región se ha movido como péndulo y la izquierda populista tuvo un segundo aliento. Por primera vez llegó al poder en México y Perú. Regresó en Argentina. El chavismo ya no está tan arrinconado como antes, y a partir del año que viene, pudiera estarlo aun menos. Izquierdistas se perfilan como favoritos para ganar otras elecciones.
Cifras rojas, literalmente
Especialmente importante para el chavismo serán los comicios presidenciales en Colombia (mayo) y Brasil (octubre). Ambas naciones son fronterizas con Venezuela, y ambas actualmente son gobernadas por críticos duros del régimen venezolano: Iván Duque y Jair Bolsonaro, respectivamente.
Colombia ha sido un hueso particularmente duro de roer para la izquierda, electoralmente. Pero estas vez, quien encabeza los sondeos de intención de voto es Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá, ex líder guerrillero y el izquierdista más prominente de Colombia. De acuerdo con un sondeo reciente de la firma Datexco, 26% de los consultados votaría por Petro. En un distante segundo lugar está el centroizquierdista Sergio Fajardo, con 10%. Los precandidatos del oficialista Centro Democrático, María Fernanda Cabal y Óscar Iván Zuluaga, no llegan a 5% cada uno.
Petro también ganaría en todos los escenarios de segunda vuelta contemplados por la encuesta, menos en aquellos en los que se enfrenta a Fajardo o a Juan Manuel Galán, también de centroizquierda.
En Brasil el escenario es aun más alentador para el chavismo. Bolsonaro y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, aliado histórico del chavismo, son los favoritos para pasar a un balotaje. Pero con un margen enorme entre ellos. De acuerdo con un sondeo de Exame e Ideia, Lula ganaría con un abrumador 48%, frente al 31% de Bolsonaro Lula también derrotaría con facilidad a los otros hipotéticos rivales incluidos en la consulta.
El gran respiro
La crisis venezolana es bastante palpable en Colombia, cortesía de los millones de venezolanos que huyeron al país vecino. Debido a eso, Petro ha tratado de marcar distancia con respecto al chavismo. Pero el ex comandante del Movimiento 19 de abril no disimula su antipatía hacia la dirigencia opositora venezolana. Ni su desaprobación de la política de presión sobre el régimen chavista desde Washington.
Lula, por su parte se ha mantenido en términos amigables con el chavismo luego de dejar la presidencia de Brasil en 2010. A principios de este año, por ejemplo, pidió a los países que reconocen a Juan Guaidó volver a recocer a Nicolás Maduro en su lugar.
Los gobiernos de Duque y Bolsonaro no se han mostrado dispuestos a ir más allá de la presión indirecta para favorecer el regreso de la democracia en Venezuela. Pero su reemplazo por Petro y Lula le daría al chavismo un gran suspiro. Lo más probable es que se nieguen a apoyar el aislamiento del régimen venezolano o a colaborar con Washington en la aplicación de sanciones.
Súmese a eso posturas similares en México, Perú, Bolivia, Argentina y, quizá, Chile, si el candidato de izquierda Gabriel Boric gana las inminentes presidenciales. Sin embargo, Boric ha roto con varios de sus correligionarios latinoamericanos por sus críticas al chavismo. Por otro lado, en 2023 el debilitado peronismo de izquierda pudiera ser derrotado en Argentina. Aun así, el posible triunfo de Petro y Lula en Colombia y Brasil significaría un mapa regional en el que el chavismo estaría nuevamente cómodo.