Wall Street cerró un año marcado por una ola de récords anotados en las últimas semanas, pero comienza otro lleno de incertidumbres por la incógnita que despiertan las promesas del presidente electo de EE.UU., Donald Trump.
En todo el año, el Dow Jones de Industriales, el principal indicador del mercado, ha subido un 13,4 % y ha estado muy cerca de tocar por primera vez la marca psicológica de los 20.000 puntos, que se escapó entre los dedos el pasado 20 de diciembre.
Ese día, el Dow Jones terminó con un récord de 19.974,62 puntos. Siete días antes, el selectivo S&P, el preferido por muchos operadores del parqué neoyorquino, se había anotado la marca histórica vigente, de 2.271,72 puntos.
Y el índice compuesto del mercado Nasdaq recuperó en 2016 las glorias que alcanzó antes de que estallara la "burbuja tecnológica", en el año 2000, y no sólo regresó a los 5.000 puntos de entonces, sino que alcanzó un récord de 5.487,44 puntos el 27 de diciembre.
Gran parte del último impulso que ha recibido el parqué neoyorquino ha estado ligado al triunfo del republicano Donald Trump en las elecciones del 8 de noviembre y las promesas que perfiló en la campaña y las que ha venido anticipando desde entonces.
Trump ha prometido reducciones en impuestos, derogación de regulaciones que cree se han convertido en cortapisas para la producción y un importante programa para invertir en sectores como la infraestructura, a fin de generar crecimiento.
"El año de 2017 va a estar repleto de pirotecnia", sostiene Bob Pisani, que analiza a diario el comportamiento del parqué neoyorquino para la cadena financiera CNBC.
Algunas de esas medidas tardarán en tener un impacto bursátil, primero porque deben ser definidas en detalle y, en algunos casos, tienen que pasar por el filtro del Congreso de Estados Unidos.
Por eso, los analistas saben que, teniendo en cuenta que Trump llegará a la Casa Blanca el 20 de enero, puede pasar el primer trimestre del año sin que su administración haya conseguido poner en marcha algunas de sus propuestas.
Unas han sido recibidas con buen ánimo entre las empresas y los operadores bursátiles, y otras, en cambio, se ven con recelo.
Entre estas últimas se encuentra la exigencia de Trump de que las empresas estadounidenses dejen de hacer piruetas contables transfronterizas para pagar impuestos fuera del país, una tendencia que se está volviendo cada día más frecuente.
Cálculos de expertos indican que las corporaciones estadounidenses registran fuera del país anualmente unos beneficios que alcanzan los 3,5 billones de dólares.
El 40 % de esa cantidad está concentrada en cinco empresas: Apple, Microsoft, General Electric, Pfizer e IBM.
Si Trump consigue que parte de ese dinero sea repatriado podrá incrementar los fondos del Tesoro para un plan extraordinario que, según sus promesas, busca invertir 1 billón de dólares en sectores como la infraestructura.
Cálculos más conservadores de Goldman Sachs, sin embargo, creen que es razonable pensar en un estímulo federal de unos 25.000 millones de dólares anuales, una cantidad que, si se juntan los 4 años de mandato de Trump, alcanzan los 100.000 millones.
Además de estas promesas, el parqué neoyorquino está esperando para ver cómo se desarrolla el programa de reducción tributaria que ha prometido Trump para las empresas y para la clase media.
"Hay pocas dudas de que un contexto regulatorio reducido e impuestos reducidos deberían alentar los espíritus animales de las corporaciones", sostiene el jefe de estrategia bursátil del Citigroup, Tobias Levkovich.
Todo ello en un momento en el que la Reserva Federal ha decidido actuar para elevar las tasas de interés de referencia, con una primera subida en diciembre y otras tres programadas para 2017, anticipando algunas de las medidas que ha prometido Trump.
Y, además, Estados Unidos se encuentra en una etapa de fortalecimiento de su moneda, lo que hace daño a las cuentas de muchas empresas con alta exposición internacional, pero permite atraer capitales hacia la vorágine del parqué neoyorquino.
La incertidumbre sobre las futuras acciones que desarrollará Trump permitirá, por lo menos, tener claro el panorama para recuperar el ritmo de fusiones que ha quedado congelado en los últimos meses hasta ver cuál será el futuro escenario económico.
"No hay duda de que una relajación fiscal será un estímulo para las fusiones", sostiene el encargado de fusiones de la firma Goldmand Sachs, Kurt Simon.
Art Cashin, uno de los operadores más veteranos del parqué de la Bolsa de Nueva York, cree que las sorpresas que ha venido experimentando el mercado bursátil de Estados Unidos desde las elecciones del 8 de noviembre no han terminado todavía.
"Habrá que tener los cinturones abrochados por los próximos dos meses", afirmó Cashin.
Con información de: EFE