Quizá no sea muy ético decirlo desde acá, pero es el mejor amigo que tienen los venezolanos. El mayor aliado que tiene la causa por la libertad de una nación secuestrada, y ya devastada. El secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, le ha declarado la guerra al régimen de Nicolás Maduro —y, por lo tanto, al mismo tiempo, ha proclamado su compromiso con la democracia en Venezuela y en la región—.
Desde Washington D.C. se alza como un enemigo implacable del chavismo y su pretensión de aniquilar a una población. Con las resoluciones, los intentos de impulsar la Carta Democrática Interamericana, su reciente visita a la frontera entre Colombia y Venezuela, sus fuertes declaraciones —incluso contra aquellos supuestos miembros de la oposición, ya desgastados y aborrecidos—, ha colaborado con forzar a todo un concierto de naciones a asumir posturas tajantes ante la que podría ser la mayor crisis humanitaria que ha padecido el hemisferio Occidental.
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En su oficina, en la capital estadounidense, Almagro conversó con el PanAm Post. Bastante cordial e inquieto, con gestos propios de un infatigable. No podía ocultar su ira e indignación al reseñar una tragedia que, según dice, le afecta profundamente. Luis Almagro habló sobre lo esencial, que es lo que hoy nos concierne. La inminencia —o no— de una intervención, el «principio de proteger», la verdadera naturaleza del régimen de Maduro y la obligación de los países. Porque ya el drama de Venezuela no está solo en las manos de sus ciudadanos. Trascendió y las naciones del mundo deben jugar un papel definitorio.
La primera vez que usted habló abiertamente sobre el tema de la intervención militar en Venezuela fue hace unos días en Colombia, cuando visitó la frontera. Desde entonces el debate ha escalado. Es tenso. ¿Qué quiso decir realmente esa vez, luego de visitar a los refugiados?
Lo que quise decir es lo que había dicho antes y lo que dije después también. Lo que dije ese día: todas las opciones, dentro del marco del derecho internacional y del derecho del Sistema Interamericano, tienen que estar abiertas. Es muy importante que así sea. Fundamentalmente por los derechos del pueblo venezolano. Fundamentalmente porque llegará el momento en el que vamos a tener que resolver la situación de crisis humanitaria del país.
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Llegará el momento en que tengamos que resolver el descalabro político e institucional que tiene Venezuela. Llegará el momento en que tengamos que resolver la situación económica, financiera y social que vive Venezuela.
Obviamente que queda mucha diplomacia por aplicar. Obviamente que quedan muchas sanciones y rondas de sanciones para aplicar al régimen bolivariano. Pero sería completamente contrario a derecho —¡sería absolutamente inhumano!— que le negáramos derechos al pueblo venezolano, como la responsabilidad de proteger, la intervención humanitaria, como el exigir la responsabilidad criminal por violaciones de derechos humanos, por crímenes de lesa humanidad, corrupción o narcotráfico a los dictadores de Venezuela.
Es decir: que conforme a derecho, todas las opciones deben estar abiertas.
Luego de la visita a la frontera usted publicó un video. Declaró sobre lo que había sido la jornada en Colombia. Ese video fue interpretado de muchísimas maneras. Y muchos dijeron que usted estaba rectificando. Que se retractaba de sus palabras en Colombia.
Mira, cuando terminé de grabar el video le dije, acá, a mis asesores: la mitad de la gente va a decir, “Almagro se retractó”, y la otra mitad, “Almagro insiste con la intervención militar”.
Como estamos hablando: no es ni una cosa ni la otra. Ni me retracté ni he propuesto una intervención militar o una agresión o una invasión contraria a derecho.
Es lo mismo que digo siempre y lo vuelvo a repetir ahora.
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¿Cómo son compatibles sus palabras en Colombia, cuando dijo que “no podemos descartar una intervención militar”, con lo que luego dijo: “No es cierto que yo tenga una posición favorable a una intervención armada”? ¿Cómo es compatible, primero, que diga que no descarta una intervención militar, y luego decir que condena la intervención armada?
No, porque, la pregunta en Colombia… Fue muy clara mi respuesta y es la misma que he dado siempre. Y por eso quizá la simplifiqué un poco. Pero es la misma que te acabo de dar ahora y es la misma que había dado en esa oportunidad.
Yo en esa oportunidad hice algo que nunca hago —y que eso fue lo que hizo sonar rara, de alguna manera, la respuesta—: primero, que no empecé aclarando, conforme al derecho internacional como había hecho siempre, y al sistema interamericano, que no debemos descartar ninguna opción. Esa vez lo que hago es: repito el acápite de la pregunta. Pero fundamentalmente porque no la había escuchado.
Si vos ves el video completo, ves que yo me bajo del estrado, a preguntar qué me preguntaron. Entonces subo y repito las preguntas, para ver si estoy más o menos en lo cierto… Entonces, quedó pegado eso: “En-cuanto-a-intervención-militar-no-debemos-descartar-ninguna-opción”. Pero, obviamente fue en función de lo que habíamos dicho siempre y lo que vamos a seguir diciendo: obviamente, conforme a derecho internacional, conforme al sistema interamericano y a lo que ha sido el derecho consuetudinario, también, en estos casos.
Muchos —y esto lo digo como venezolano y tomándome el atrevimiento de filtrar una percepción general— cuando lo escucharon decir a usted, ¡simplemente mencionar eso!, se emocionaron. Porque demasiada gente deposita sus esperanzas en esa posibilidad. Porque hay desespero…
Pero es que eso es claro. Es claro. Si hubieras estado en el puente conmigo ese día, también hubieras visto eso reafirmado miles de veces. Porque, verdaderamente, lo que la gente quiere y pide es que saquen a Maduro.
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¿Como sea?
¡Como sea! O sea, hoy no hay peor cosa para Venezuela que tener a Maduro. Y a este régimen. Esa es la realidad. Esa es. Entonces entendemos a la gente. No obstante, obviamente que ninguna lógica de trabajo que venga de esta organización puede tener otra lógica que ajustarse al derecho.
Y eso, yo también querría que me lo hubieran entendido. De alguna manera lo intenté. Y, sabes, creo que la gente de alguna forma también lo entiende. Lo que pasa es que la gente ya, hoy, piensa que hay base y fundamento como para aplicar la responsabilidad de proteger. Ya, hoy, la gente es consciente, en la dimensión del sufrimiento personal y familiar y social que arrastra encima, que ya es tiempo para una intervención humanitaria.
Los venezolanos, ¡el noventa por ciento!, consideran que ya es tan dados los fundamentos para esto…
¿Usted coincide?
Mira, las urgencias del pueblo venezolano me son muy cercanas. Y me son muy coincidentes en la dimensión humana. Pero también sé que estas cuestiones tienen procesos y procedimientos de acumulación diplomática, y de posicionamiento y decisiones diplomáticas, que no son los tiempos del sufrimiento humano. Que no son los tiempos del sufrimiento de los venezolanos.
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Entonces, yo creo que sí: tenemos que compatibilizar las dos cosas. O sea, no podemos seguir infligiendo al pueblo venezolano este castigo inhumano, esta represión y esta opresión —¡tanta muerte, tanta tortura, tanta prisión!— sin tomar las decisiones necesarias para que eso se resuelva.
Usted hace poco publicó un extraordinario e importantísimo artículo en el Financial Times. Lo citaré: “Permítame ser claro: condenaré inequívocamente cualquier ataque, invasión o agresión armada ilegítima”. Ahora, señor secretario, me tomaré el atrevimiento de interpretar esto: ahí lo clave, en la oración, es la palabra ilegítima. ¿Correcto?
Correcto.
¿Esto quiere decir que pudiera haber una invasión, agresión o ataque que sí goce de legitimidad?
No una agresión. No, no. La palabra «agresión» ya da la idea de ilegitimidad. La palabra «invasión» también da la idea de ilegitimidad, a priori.
Intervención humanitaria sí tiene legitimidad en determinados casos. La responsabilidad de proteger también tiene legitimidad en determinados casos. Y el hacer responsables de sus acciones criminales a los dictadores de Venezuela también tiene legitimidad.
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