Diez republicanos de la Cámara de Representantes votaron para acusar al presidente Donald J. Trump de incitar al ataque al Capitolio. Todos ellos todavía están luchando con las consecuencias.
El Político
Lo hicieron con la convicción de que un presidente de su partido merecía ser acusado de incitar a la insurrección el 6 de enero de 2021. Y con la esperanza de que su papel al hacerlo, finalmente, persuadiría al Partido Republicano de repudiarlo.
Pero en el año transcurrido desde el ataque más mortífero al Capitolio en siglos, ninguno de los 10 legisladores ha podido evitar las consecuencias. Incurrieron en un error de cálculo fundamental sobre la dirección de su partido.
El expresidente es actualmente el gran líder de los republicanos. Y son aquellos que se opusieron a él, a quienes el partido coloca en el papel de parias.
Amenazas hasta de muerte
Desde que emitieron sus votos de juicio político el 13 de enero, los representantes Anthony González de Ohio y Adam Kinzinger de Illinois anunciaron su retiro. En medio de amenazas de muerte de los votantes y la hostilidad de sus colegas.
La representante Liz Cheney de Wyoming ha pasado de ser una estrella en el liderazgo republicano de la Cámara a un tábano exiliado del partido y narrador de la verdad.
Los representantes Jaime Herrera Beutler de Washington, Peter Meijer y Fred Upton de Michigan tienen perseguidores primarios respaldados por Trump pisándoles los talones y futuros políticos inciertos.
Otros cuatro, John Katko de Nueva York, Dan Newhouse de Washington, Tom Rice de Carolina del Sur y David Valadao de California, se han ido al suelo. En silencio, si no silenciados, con la aparente esperanza de que todo el episodio se olvide.
A los 10 se les podría perdonar que creyeran que sus votos del pasado enero no los dejarían tan expuestos. Pero lo cierto es que pese a todo el desprestigio de Trump, los diez representantes parecen unos parias.