Rubios, otoñales, millonarios, cualquier residente en los Estados Unidos se siente más atraído por un cantante pop que por dos candidatos que van a decir lo que todos sabemos: los problemas del Covid 19, la recesión, los problemas de la economía, el fantasma chino… y el futuro de EEUU en los próximos cinco años.
Rosana Ordóñez/ElPolítico
Estados Unidos inicia una nueva etapa en la ruta electoral, al menos este primer debate así lo indica. Se espera que lo vean más de 80 millones de personas, algunos ratificarán, otros cambiarán de opinión, y el eterno 15 por ciento de indecisos tendrán una idea más clara de las propuestas.
Cada debate dura 90 minutos y está programado para salir al aire a las 9 p.m., hora de Nueva York, sin interrupciones para comerciales. Un promedio de 74 millones de personas vieron los tres enfrentamientos entre Trump y Clinton en 2016.
El primer debate significó el triunfo de John F. Kennedy frente a Richard Nixon el 26 de septiembre de 1960. El debate de Barack Obama y Mitt Romney fue visto esta madrugada, según las primeras estimaciones no oficiales, por unos 60 millones de telespectadores, el de JFK y el responsable del « caso Watergate» se calcula que fue seguido por nada menos que 70 millones.
La televisión, un scanner distorsionado
Decía el historiador y ex presidente venezolano Ramón José Velásquez que la televisión ha cambiado los paradigmas políticos al ser un scanner que amplifica los errores y también las virtudes del líder, pero aclaraba que una imagen no puede convertir en líder a quien no lo es.
Ninguna imagen televisada es inocente. La ropa, los gestos, la omisión o la reiteración son elementos que pueden manipularse. En este caso, los tres protagonistas serán el aspirante Joe Biden, el presidente Donald Trump y el moderador Chris Wallace, con la capacidad y la habilidad para añadir puntos a favor de una lado u otro.
Luego están las reglas de juego, las preguntas, las respuestas, los silencios y por encima de todo está usted, pues cada espectador tenderá a ver lo que quiere mirar o incluso podría apagar el televisor. En síntesis, no se trata de un emisor inocente, con un mensaje predeterminado, moderado por un sabio, con un mensaje que caerá sobre un elector desprevenido.
No se trata tampoco, de unos "locos" hablando desde una caja cuadrada. Pero sí se trata de mensajes, imágenes, sonidos que caerán dentro de la sala o de la cama de espectadores en reposo interesados en saber cómo pueden ayudar a conformar el rumbo de una nación a través del voto.
Si bien no se trata del Super Bovvl, ni aparecerá un Shakira bailando, el debate de los setentones será visto por millones de personas en el mundo porque hoy tendremos un noche de engaños y desengaños y como dijo Abraham Lincoln: "Puedes engañar a toda la gente durante un tiempo, o a poca gente durante mucho tiempo, pero nunca podrás engañar a mucha gente durante mucho tiempo".