Las democracias en América Latina viven momentos de grandes pruebas, a medida que el mapa político se ha ido tiñendo de rojo.
El Político
En los últimos tiempos, varios países de la subregión han sido escenario de fuertes disturbios y atentados contra las instituciones democráticas, con violencia desbordada. Hechos que han sido repudiados por la opinión pública internacional del mundo libre.
Un elemento que destaca en la mayoría de los países donde las democracias se están viendo afectadas, es el grado de protagonismo que han ido asumiendo los militares, en el escenario político Latinoamericano.
En algunos casos, los gobiernos se están apoyando en los militares para llevar a cabo sus proyectos como es el caso de Nayib Bukele, en El Salvador; Jair Bolsonaro, en Brasil; o Andrés Manuel López Obrador, en México.
Carlos Sánchez Berzaín @Csanchezberzain: Hay democracia en el #Perú pero hay crisis. Hay una desestabilización interna y la violencia tiene un objetivo, plantear una falsa narrativa y presentar a Castillo como víctima.
Foro "Perú: Golpe de estado, democracia y crisis". pic.twitter.com/0yLx9H6AvJ
— IID Institute (@Intdemocratic) January 10, 2023
¿Democracia o autoritarismo?
En otros casos, debido a que los propios militares están interviniendo directamente en la política, como en los casos de Bolivia, Ecuador o Perú.
Y en otros casos, los más preocupantes, porque los militares forman parte de regímenes autoritarios, como en Nicaragua y Venezuela, bajo un disfraz democrático.
Esta presencia genera preocupación en el mundo libre, porque si algo ha caracterizado históricamente a las Fuerzas Armadas es que son instituciones que no se basan en lógicas democráticas.
Ahora bien, una de las premisas que saltan a la luz en este entono donde las democracias se están poniendo a prueba, es que la primera etapa en la destrucción de una democracia es construir un poder centralizado e hiperpresidencialista en torno al caudillo presidente.
3 La llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela en 1999, cambió completamente el panorama. La afinidad ideológica entre Caracas y La Habana condujo a una relación económica basada en el intercambio de petróleo por servicios profesionales pic.twitter.com/xrhrvmhLwh
— Señorita Cluney (@FelicindaCluney) April 24, 2020
Un plan orquestado durante años
En efecto, si bien Colombia y Venezuela se caracterizaron por ser democracias electorales desde 1958, el primero padeció una alta inestabilidad política, derivada de la presencia de guerrillas y el narcotráfico, hasta que en 1991 se promulga una nueva Constitución como instrumento de paz. Mientras que Venezuela, una de las pocas democracias estables en la región, entró en una vorágine de corrupción endémica a partir de los años 80 que puso en crisis al sistema y favoreció la llegada de Hugo Chávez Frías al poder, con Cuba manejando los hilos de la marioneta.
En Venezuela, con la figura —casi religiosa— de Hugo Chávez Frías, el desmoronamiento de la democracia fue evidente. Se trataba de un plan bien orquestado, con años de preparación. Con un caudillo que se reelegía casi indefinidamente, mientras destruía el aparato productivo del país y carcomía los cimientos mismos de la democracia. Hasta que su propia salud le jugo en contra.
Con lo cual aparece la figura preparada con antelación de Nicolás Maduro, para continuar perpetuando la hegemonía en el poder, de un grupo que se ha enquistado en el poder, creando estructuras paralelas a las democráticas, como el caso de una Asamblea Nacional oficialista, que usurpó los poderes del Parlamento legítimamente electo.
#Nicaragua
Desde la llegada al poder del Cmdte Daniel Ortega, se han visto avances significativos en la restitución de derecho en especial a la niñez.#LaPazEsElCaminoDaniel2021 #AdelanteSiempre #VacunandonosPuebloQueVence #MayoDignidadNacionalVencemos pic.twitter.com/RVkkvlIXGT— Nicaragua Tierra de Lagos y Volcanes (@tierra_lagos) May 17, 2021
¿Liderazgo perpetuo?
Un caso similar ocurre en Nicaragua, con Daniel Ortega, quien se ha perpetuado en el pode desde 2007. Incluso se habla de que en El Salvador, el caso de Nayib Bukele muestra síntomas de querer perpetuarse en el poder, con ayuda de un andamiaje democrático, gracias al soporte militar que le es fiel, a su líder, quien detenta el poder desde 2019.
Los casos de Brasil y México son distintos. Existe un evidente deterioro institucional, una erosión de las instituciones democráticas, pero sin ir tan lejos.
En el caso de Brasil, Fernando Henrique Cardoso ha comentado: "Bolsonaro es un peligro para consolidar el sistema democrático. No se puede negar que el presidente tiene arrebatos que no son compatibles con el futuro democrático. No lo logrará, ni creo que tenga el objetivo de lograrlo. Pero nos toca a nosotros revivir en la memoria de los brasileños la necesidad de unirnos en defensa de la libertad y la democracia".
Y la historia le dio la razón. Pues ahora ha vuelto por tercera vez a estar al frente de los destinos del gigante de Sur América, Luiz Inácio Lula da Silva, un carismático y apasionado líder del Foro de São Paulo., quien le toca enrumbar a una de las naciones más contrastadas de la región, con una marcada pobreza, pero con mucha samba y fútbol, para adormecer el ideal democrático.
Evo (evil) Morales es parte de ese chavismo (neocomunismo) que se ha hecho del poder en latinoamérica gracias al populismo que pregonan. Morales tuvo su "acierto" cuando millones de $$ le entregó Chávez (miles de millones regaló) para comprar conciencias. Hoy Venezuela destruida https://t.co/cEDss9NA5e
— Josere Herrera (@josereherrera) January 7, 2023
Un cáncer llamado populismo
Otro de los ingredientes que más atenta contra la estabilidad democrática en la región es el populismo. También el comportamiento desleal hacia las instituciones democráticas, está presente en el liderazgo actual.
En Latinoamérica, la demolición de la institucionalidad democrática por parte de estos nuevos liderazgos, se apoya en dos pilares: uno, la creación de un marco legal y constitucional, que concentra poder en el presidente y disminuye los contrapesos institucionales. Poniendo así a su disposición una gama de herramientas para reducir los ámbitos y los márgenes de acción de la oposición. Dos, desde el poder se impulsan campañas de desprestigio para deslegitimar a los otros partidos como alternativa válida dentro del sistema.
Así pues, de las transiciones del pasado, cuando hubo regímenes militares, surgieron estructuras democráticas débiles, y aún quedan muchos pendientes. Pero es un error pensar la democracia solo como un fin, y no como un medio. la democracia no es una meta a alcanzar, es el camino a seguir.
La democracia, según el italiano y politólogo, Leonardo Morlino, "es resiliente, ya que tiene la capacidad de superar problemas profundos. Algo que los latinoamericanos deben tener en cuenta para frenar los deslices antidemocráticos que están amenazando a la región".