Luego de semanas de especulaciones al respecto, finalmente ocurrió: Donald Trump fue imputado por un tribunal de Nueva York. Es la primera vez en toda la historia de Estados Unidos que a un expresidente se le atribuye formalmente un delito.
Alejandro Armas/El Político
Específicamente, se le acusa de haber violado leyes al pagar a una actriz pornográfica para que no hablara sobre una relación entre los dos, en plena campaña por la elección presidencial de 2016. La imputación no implica que Trump irá preso, aunque sí lo detendrán momentáneamente para un proceso rutinario de recolección de datos.
En este artículo no se comentará los pormenores jurídicos del caso, sino sus implicaciones políticas. Veamos.
Un impulso al acusado
Característicamente, Trump lleva semanas rechazando los señalamientos en su contra, asegurando que tienen motivaciones políticas e instando a sus seguidores a protestar cualquier medida legal en su contra. Pese a que algunos miembros del Partido Republicano estaban molestos por el desempeño pobre de la organización en las elecciones del año pasado, por el cual se culpó a Trump, ahora eso pudiera revertirse. Ha habido una reacción de escándalo casi universal por la imputación en el partido, y de defensa del exmandatario.
Esto incluye a sus rivales, confirmados o hipotéticos, por la nominación presidencial del año que viene. Incluyendo al más aventajado de todos, el gobernador de Florida Ron DeSantis. De hecho, luego de que a finales del año pasado varias encuestas hallaran una reducción considerable de la brecha entre Trump y DeSantis, ahora ocurre lo contrario. Una encuesta reciente de Quinnipac dio a Trump una intención de voto de 51% entre votantes republicanos, frente al 40% de DeSantis. Otra, de Morning Consult, arroja un margen mucho más amplio: 52% para el expresidente y 26% para el gobernador.
Con el foco mediático puesto nuevamente en Trump, la narrativa del "perseguido por un sistema corrupto" y el cierre de filas en torno a Trump, esta tendencia pudiera agrandarse. Pero paradójicamente, el fenómeno acaso se limite a la base republicana, mientras que los votantes independientes seguirían siendo mayormente reacios a Trump. Así que este impulso, aunque beneficie a Trump en las primarias, pudiera elevar a la candidatura presidencial un elemento relativamente débil, lo que sería buenas noticias para los demócratas.
Si Trump fuera declarado culpable y puesto tras las rejas, en teoría podría seguir siendo candidato presidencial. Hay precedentes al respecto. En 1920, el socialista Eugene Debbs hizo campaña para la Casa Blanca desde una celda. Pero esta vez, hablaríamos del candidato de uno de los dos grandes partidos, con oportunidad real de ganar. Así que las incógnitas en el porvenir son mucho más pronunciadas.
La caja de Pandora
Trump no tiene que ser condenado para que de alguna forma se haya cruzado el Rubicón. Mientras que entre los republicanos hay una furia casi universal por la imputación, los demócratas y otros detractores del expresidente sostienen que es necesario, por razones de imperio de la ley e igualdad ante la misma.
Pero más allá de eso, las consecuencias casi seguramente no serán del todo inocuas. Por lo que en el mejor de los casos habría beneficios pero también costos. Al indignar a los votantes republicanos, la imputación a Trump creará más polarización en Estados Unidos, donde los niveles de la misma ya son elevadísimos. Existe la posibilidad de que algunos seguidores de Trump protesten de forma violenta, como ocurrió hace dos años con el asalto al Congreso.
Además, establecido el precedente, los sucesores de Trump pudieran correr con la misma suerte. Un fiscal local de tendencia conservadora pudiera, por ejemplo, buscar imputaciones contra Biden, luego de su presidencia, por los documentos confidenciales que fueron hallados en su residencia el año pasado.
Este artículo ha sido escrito sin que se conozca siquiera los delitos que se le imputa a Trump. Las reacciones pudieran volverse aún más contundentes cuando esto se sepa.