El foco estaba en el presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump como líderes de facto de los demócratas y los republicanos, respectivamente. Pero ahora el reflector se desplazó al gobernador de Florida, Ron DeSantis, debido a las elecciones legislativas y regionales del martes.
Alejandro Armas/El Político
En unos comicios que arrojan resultados de conveniencia ambigua para los dos partidos, pudiera decirse que DeSantis fue el gran ganador de la noche. Obtuvo la reelección de manera aplastante y protagonizó un giro fuerte a la derecha en su estado, uno de los más importantes para la política norteamericana.
¿Por qué este triunfo para DeSantis es tan importante, allende las fronteras del sunshine state? Veamos.
Un ascenso meteórico
Hace cinco años, DeSantis era un representante republicano de Florida en el Congreso, muy poco conocido. A partir de 2018, su carrera ha tenido un ascenso espectacular. Ese año ganó la gobernación de su estado con una diferencia de apenas 0,4 puntos porcentuales con respecto a su contrincante demócrata. Ahora repitió la hazaña, pero con un margen de casi 20 puntos.
Puede que no sea el único factor, pero el liderazgo de DeSantis ha convertido a Florida, un estado históricamente sin lealtad partidista fija, en un nuevo bastión republicano. El partido conservador se impuso en estas elecciones incluso en lo que fue terreno seguro para los demócratas, como el condado de Miami-Dade. Además, obtuvo mayorías amplias en ambas cámaras de la legislatura regional.
Siempre tuvo sentido esperar que los republicanos ganaran con amplias ventajas en estados donde tradicionalmente dominan, como Tennessee o Wyoming. La atención estuvo por tanto en los estados más competitivos. En ninguno se materializó la oleada de victorias que el partido previó por la impopularidad del gobierno de Biden.
Al final, solo ocurrió en Florida, que ahora a duras penas se puede considerar un estado competitivo. Con su alto número de votos en el Colegio Electoral, una Florida marcadamente derechista será más fácil de captar en elecciones presidenciales para los republicanos. Y su amplia presencia en la Cámara de Representantes sería un aliento para la legislación federal de derecha.
El rival preocupado
La noche del martes no fue tan buena para Trump. Muchos de los candidatos respaldados por él perdieron. Varios medios reportan que, a puerta cerrada, las elites republicanas lo culpan por los resultados decepcionantes del partido a nivel nacional.
DeSantis, en cambio, ahora cuenta con un aura de gran ganador que incluso es capaz de impulsar victorias para el partido más allá de su propia persona. Si el gobernador de Florida desde el año pasado luce como el único dirigente republicano capaz de disputarle a Trump la nominación presidencial del partido en 2024, ahora más aún.
Ambos hombres lo saben. DeSantis no ha confirmado ni negado su intención de buscar la presidencia dentro de dos años. Otrora aliados, ahora hay roces entre ellos. Evitaron hacer campaña juntos en esta oportunidad. Trump hasta comenzó a ridiculizar al DeSantis con burlas sobre su nombre y amenazó con revelar información inconveniente para el gobernador de Florida si efectivamente trata de competir con él por la nominación presidencial.
Claro, la trayectoria de DeSantis lo hace un político conocido sobre todo en su estado, sin la proyección de Trump en todo Estados Unidos. Pero su destreza para generar polémica en torno suyo le ha generado una atención mediática nacional. Y a partir de ahora, esa atención pudiera aumentar.