El presidente de la República Argentina fue claro al definir los primeros meses de su gobierno. Y lo hizo con una sola palabra: estanflación. O sea, caída de la actividad económica con inflación. Y se está cumpliendo.
Por Poder & Dinero
La primera pregunta que nos hacemos, que millones de argentinos se hacen es: ¿cuántos meses serán los "primeros meses de su gobierno"? La respuesta es crucial para que muchos sepan si van a poder sobrevivir ese tiempo. No exageramos.
La inflación devora ingresos…. de los que tienen la suerte de tenerlos. Pero la falta de actividad puede conducir a una situación aún peor: despidos de personal. Por algo es tan importante el capítulo laboral de la denominada "Ley Omnibus" que, entre otras cuestiones amplía el período de prueba de un nuevo trabajador de tres a ocho meses, y reduce las cargas por indemnización para el empleador en caso de despidos de personal.
En la actualidad, Argentina sufre una mezcla explosiva de inflación, pobreza, desempleo y un duro ajuste que incluye aumentos de todo tipo. Una caída de actividad con despidos e inflación sería un escenario explosivo, más allá del signo político de quien gobierne el país. ¿Se dirige Argentina hacia una situación de ese tipo, a pesar de las buenas intenciones de su presidente? ¿Cuál es el tiempo de espera de cada argentino, que le marca su bolsillo?
En este sentido, y para que cada uno saque sus propias conclusiones, resulta ilustrativo, gravemente ilustrativo, el gráfico elaborado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Se trata de una entidad gremial empresaria, sin fines de lucro, que representa a 1491 federaciones, cámaras, centros y uniones de la Industria y los Parques Industriales, el Comercio y los Servicios, el Turismo, las Economías Regionales, la Construcción, los Jóvenes y las Mujeres Empresarias de todo el país, que agrupan a más de 400.000 empresas pymes y dan trabajo a más de 2.500.000 personas.
En una situación como la que estamos describiendo, el crédito se vuelve indispensable para apuntalar el consumo, mantener el nivel de actividad y evitar las pérdidas de puestos de trabajo. En Argentina, el principal instrumento crediticio es la tarjeta de crédito. Hoy existe una mora creciente entre sus titulares que les impide utilizarla por bloqueos que les realizan las empresas emisoras. Al mismo tiempo, quienes todavía la utilizan como instrumento crediticio, o sea financian sus consumos con el "plástico", deben soportar intereses impagables. Resultado: los intereses de "comen" el consumo y el escenario que estamos describiendo, no se modifica.
La explicación de las autoridades económicas del gobierno de Javier Milei es que esto permite bajar los precios por caída del consumo. No parece estar sucediendo. El consumo cae, los precios suben y los trabajadores viven en la incertidumbre de no saber si podrán conservar sus fuentes de ingreso.
Muchos lectores de nuestras redes se disgustan con nosotros por artículos como este, pero ¿qué debemos hacer? ¿Ocultar la realidad? Está claro que Milei y su gobierno no puede hacer milagros. Son seres humanos. También reconocemos que dos meses de gestión, en un país devastado como el que dejó el populismo cleptocrático kirchnerista es muy poco tiempo, nada podríamos decir, para ver los resultados que el líder libertario asegura que tendrán sus medidas sobre la calidad de vida de los argentinos. Pero la realidad está ahí, no la podemos evitar. Hay que mostrarla e insistir en que el tiempo se acaba para muchos ciudadanos que ven licuarse sus ingresos, esfumarse sus proyectos, peligrar su salud y la de su familia, como así también la educación de sus hijos. Ni hablar del ataque diario de la delincuencia que roba y asesina.
El contexto ameritaría a que el presidente tenga un contacto más habitual con sus gobernados. Está muy bien saludar desde el balcón de la Casa Rosada (sede del Poder Ejecutivo Nacional) o viajar a la costa atlántica argentina para saludar a su novia comediante en el escenario y recibir el aplauso del público. Pero el resto de los ciudadanos también necesita su palabra, aquella en la que confió.
No se enojen con nosotros. Como dice un destacado periodista y analista político argentino al concluir sus editoriales: "hechos sagrados, opiniones libres"