El secretario de Estado Marco Rubio viajó a Panamá, el presidente Donald Trump ordenó ataques aéreos contra los líderes de ISIS en Somalia y la amenaza de aranceles se cernió sobre México, Canadá y China.
Por Meg Storm | Traducción por El Político
En medio de estos titulares se produjo el regreso de seis prisioneros estadounidenses de Venezuela tras un viaje secreto al país del enviado de Trump para misiones especiales, Ric Grenell. Además, el país también acordó repatriar a los venezolanos que entraron ilegalmente en EE.UU., incluidos los miembros de la banda Tren de Aragua.
En el programa del lunes, Grenell se unió a Megyn para hablar de su viaje sorpresa y compartir nuevos detalles sobre las conversaciones diplomáticas que llevaron a la liberación de prisioneros.
El viaje
Desde las Naciones Unidas a un puesto de embajador en Alemania, pasando por el de director en funciones de la inteligencia nacional, Grenell se ha especializado en asuntos exteriores durante la mayor parte de su vida. Pero calificó el resultado del viaje del viernes como el «punto culminante» de su carrera.
«No sólo recuperamos a los rehenes sin pagar un céntimo y sin intercambiar ningún rehén -lo que es realmente importante-, sino que también conseguimos que el gobierno venezolano trajera sus aviones a Estados Unidos para llevar de vuelta a Venezuela a los inmigrantes ilegales que se encuentran en nuestro país», explicó. «Están enviando los aviones y están pagando por ello. Creo que ésta es la nueva norma».
Grenell dijo que salió de Washington, D.C., «súper temprano» el viernes por la mañana en un avión de la Fuerza Aérea con destino a Caracas. Una vez en tierra, se dirigió al palacio presidencial para iniciar las negociaciones con Nicolás Maduro y su equipo.
Aunque Grenell calificó las negociaciones de «alto secreto», dijo que Trump dejó claro que el propósito de su viaje era doble. «En primer lugar, llevar a los inmigrantes ilegales en nuestro país de vuelta a Venezuela y necesitaban aceptar a todos estos individuos, incluyendo al horrible grupo», explicó. «Y fuimos a por todas diciendo: ‘Tienen que proporcionar los aviones, tienen que pagarlos, tienen que venir a buscarlos’».
La segunda parte, involucraba a los estadounidenses encarcelados en Venezuela. «Y entonces el presidente quiso que nos centráramos en los rehenes. Hay 12 americanos, al menos… que son, en esencia, rehenes. Están retenidos por cargos muy poco convincentes», dijo Grenell. «Tuvimos una conversación sobre los individuos… Algunos de estos individuos, va a tomar algún tiempo. Pero… pudimos argumentar con éxito que estos seis eran absolutamente inocentes, no son de naturaleza política, y merecen volver a casa.»
La liberación
Las identidades de los seis hombres liberados no se han hecho públicas oficialmente, pero Grenell publicó una foto en X con ellos en el avión de regreso a Estados Unidos a última hora del viernes. Cuatro de los hombres fueron entregados bien afeitados y con los uniformes azules que se ven en la foto. Los otros dos no, dijo, porque los cambiaron en el último momento.
Los cuatro hombres contaron a Grenell que al principio llevaron a otros dos a una habitación con ellos y les dijeron que se asearan. Al parecer, los dos se negaron porque ya les habían engañado varias veces. Los cuatro que aceptaron fueron liberados. Los otros dos no.
«Lo que acabó ocurriendo con el tiempo y de lo que sólo nos enteramos más tarde fue que el gobierno venezolano encontró a otros dos estadounidenses para sustituirlos. No tuvieron tiempo de reunirlo todo, así que están de paisano y… no de azul», explicó. «Es desgarrador pensar que había dos personas que podrían haber sido liberadas, pero pensaron que, una vez más, se trataba de una farsa del gobierno venezolano. Se negaron a entrar en el juego, sin saber, sin darse cuenta de que esto iba en serio».
Diplomacia en acción
Estados Unidos no reconoce oficialmente al actual gobierno de Maduro porque se cree que perdió las últimas elecciones frente a un rival, lo que hizo que el viaje de Grenell para reunirse con el asediado líder fuera aún más controvertido. También le sirvió de influencia.
«El presidente Maduro me dijo: ‘Te vamos a dar esto, y ahora estas son las cosas que queremos’», recordó. «Y yo le dije: ‘No, te estamos dando un gran regalo, y el gran regalo es que estoy aquí sentado contigo, tienes todo tipo de cámaras alrededor, y vas a usar esto con fines propagandísticos’… El regalo fue una conversación, una esperanza de un futuro diferente, y un diplomático estadounidense sentado allí».
En última instancia, Grenell cree que la visita demuestra el poder de la diplomacia. «Lo que he aprendido es que hay que presentarse… y hablar», dijo. «Hablar es una táctica. No es debilidad. Es, ante la mirada de otro, impulsar la agenda estadounidense y no echarse atrás… Se llama diplomacia».