Las muertes en Estados Unidos por la pandemia de coronavirus alcanzaron el millar el miércoles, otra sombría cifra redonda para un brote que se está cobrando vidas, golpeando economías y acabando con la rutina de la vida cotidiana en todo el mundo.
El Político
En un reconocimiento a la escala de la amenaza, el Senado de Estados Unidos aprobó a última hora del día un paquete de rescate sin precedentes en el país, valorado en 2,2 billones de dólares y que dará asistencia a empresas, trabajadores y sistemas de salud.
El plan se aprobó por unanimidad pese a los reparos de los congresistas sobre si el paquete va demasiado lejos o se queda corto, tras varios días de difíciles negociaciones mientras Washington afrontaba un desafío como nunca antes. El texto de 880 páginas es la mayor ley de ayudas económicas en la historia del país.
En todo el mundo, la cifra de muertos superó los 21.000, según el conteo de la Universidad Johns Hopkins. Estados Unidos alcanzó los 1.041 fallecidos el miércoles por la noche, con casi 70.000 infectados.
España superó los 3.400 muertos, superando a China, donde se detectó el virus en diciembre, tras un pico de 700 muertes en un día. España es ya el segundo país con más víctimas, después de las 7.500 de Italia. Lidia Perera, enfermera en el hospital madrileño de La Paz, de 1.000 camas, dijo que los trabajadores del centro estaban sobrepasados y necesitaban desesperadamente más personal.
El Congreso español aprobó ampliar el estado de alerta, que conlleva cierres de negocios y estrictas órdenes de confinamiento, hasta el 11 de abril.
Esas medidas eran cada vez más habituales en Estados Unidos, que tenía su peor foco de infecciones en Nueva York con más de 30.000 casos y casi 300 muertos, la mayoría en la Ciudad de Nueva York.
Las autoridades sanitarias de la ciudad buscaban camas y material médico y pidieron más médicos y enfermeras por temor a un pico de enfermos en las próximas semanas que pueda abrumar los hospitales como ha ocurrido en Italia y España.
En el hospital de Bellevue se habilitó una morgue y la policía de la ciudad, mermada por las bajas por enfermedad, recibió órdenes de patrullar calles casi vacías para asegurar el cumplimiento del distanciamiento social.
En Washington, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pidió a los estadounidenses que se comprometieran con 15 días de distanciamiento social, lo que incluía quedarse en casa y cerrar bares y restaurantes en un intento de frenar los contagios.
Sin embargo, también repuso que “nuestro país no se construyó para cerrarse” y prometió impedir “que la cura sea peor que el problema”, al parecer preocupado porque los devastadores efectos del brote sobre los mercados financieros y el empleo afecten a sus posibilidades de reelección a final de año.
“Los Medios Lamentables son la fuerza dominante para intentar que yo mantenga nuestro País cerrado todo lo posible con la esperanza de que sea perjudicial para mi éxito electoral”, tuiteó Trump el miércoles.
Los demócratas acusaron a Trump de priorizar la economía a la salud y seguridad de los estadounidenses.
“Me gustaría decir, volvamos al trabajo el viernes que viene”, dijo Joe Biden, favorito a obtener la candidatura demócrata para las elecciones. “Eso sería maravilloso. Pero no puede ser arbitrario”.
Biden dijo que el paquete de rescate “hace mucho”, pero que necesitará una “supervisión meticulosa” para asegurar que el dinero llega a los trabajadores y no acaba en manos de “directores generales o inversionistas ricos”.
También el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, pidió la reapertura de escuelas y negocios, alegando que la “cura” de cierres generalizados para contener el brote es peor que la enfermedad.
Bolsonaro afirma que las cuarentenas impuestas por muchos gobernadores causarán un grave daño a la maltrecha economía y fomentarán disturbios. En un discurso televisado el martes por la noche, instó a los gobernadores a limitar el aislamiento a personas de riesgo y levantar las medidas estrictas contra el virus que han impuesto en sus regiones.
Los gobernadores protestaron el miércoles que sus instrucciones iban en contra de las recomendaciones de los expertos y ponían en peligro a los habitantes del país más poblado de América Latina. En una rebelión que incluía aliados tradicionales del presidente de ultraderecha, señalaron que mantendrían las medidas.
Por su parte, la Comisión Nacional China reportó el jueves 67 nuevos casos de COVID-19, todos infecciones importadas de personas llegadas poco antes del extranjero.
Wuhan, la ciudad central china donde apareció el virus en diciembre, pasó otro día sin casos nuevos. Tras meses de aislamiento, los vecinos podían abandonar la ciudad, aunque sin abandonar la provincia de Hubei hasta el 8 de abril.
Fuente: AP