El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acaba de ofrecer un vistazo revelador de sus prioridades a medida que el coronavirus extiende su rastro de muerte y enfermedad.
El Político
Sin molestarse en ocultar su indiferencia y desprecio por la ciencia, el presidente dejó en claro el domingo que para él es más importante tener razón sobre la pandemia que reconsiderar su enfoque desastroso que está haciendo poco por detener su propagación mortal.
Hasta entonces, Estados Unidos debe soportar las unidades de cuidados intensivos (UCI) abarrotadas en estados devastados por el virus, miles de muertes más y la posibilidad de que las ciudades vuelvan a caer en bloqueos económicamente paralizantes que aplastan las esperanzas de un regreso al trabajo y a la escuela con la vida normal como un simple recuerdo.
El liderazgo pasivo de Trump se vuelve más negligente cuanto peor es la crisis, con más de 140.000 estadounidenses muertos hasta el momento.
“Eventualmente tendré razón. Eventualmente tendré la razón. Sabes que dije: ‘Va a desaparecer’. Lo diré de nuevo”, dijo Trump en una entrevista en “Fox News Sunday".
Ignorando cómo se está descontrolando el coronavirus y que otras naciones han reprimido mucho mejor su propagación, Trump calificó la verdad que dijo el Dr. Anthony Fauci como “alarmista”. Mientras tanto, la Casa Blanca está rechazando las solicitudes de los republicanos del Senado para obtener más dinero para una operación tardía de pruebas y rastreo que se considera crítica para finalmente aplastar el virus y ayudar a Estados Unidos a salir de su pesadilla.
La voluntad de Trump de aceptar un nivel elevado de víctimas mientras deja la impresión de que no hay nada que hacer más que esperar hasta que pase la tormenta muestra una interpretación extraordinariamente desentendida e insensible de los deberes de la presidencia. Ni siquiera parece tener mucho sentido desde una visión objetiva de su propio interés político. Una encuesta de The Washington Post / ABC News publicada el domingo, por ejemplo, mostró que el presunto candidato demócrata Joe Biden tenía una ventaja de 20 puntos sobre Trump en la confianza del público para manejar la pandemia.
Así encuentre bloqueadas todas las aspiraciones de la campaña 2020 –el regreso a los mitines, un repunte en las encuestas, un repunte económico y atención por sus asaltos a Biden–, Trump no está dispuesto o no puede admitir la profundidad de la emergencia.
Si bien existe un fuerte deseo en el país de volver a la vida normal –un sentimiento sobre el que Trump está jugando con su demanda de reabrir todas las escuelas– el presidente ignora la preocupación pública sobre si ese paso es seguro. Del mismo modo, sus objeciones semánticas sobre la tasa de letalidad por la enfermedad muestran que le importa la situación mucho menos que su principal prioridad: la reelección.
De hecho, a medida que intensifica su campaña de miedo y hostigamiento racial, está dejando en claro que está apostando a que puede ganar en noviembre mientras ignora una enfermedad que mata a cientos de estadounidenses todos los días. Con ese fin, el presidente está gastando más energía en inventar excusas, culpar a otros y vender falsedades sobre la crisis que en dirigir a su Gobierno para ayudar a aliviar el desastre.
Su enfoque sugiere que no cree que deba triunfar sobre una amenaza para el pueblo estadounidense, sino que simplemente necesita convencer a un número suficiente de ellos de que ha tenido una gran victoria. Es una apuesta que contradice múltiples encuestas que muestran un desplome del apoyo a su manejo de la situación. Y está poniendo a sus compañeros republicanos, que aún desconfían de alienar la base de Trump, en una situación difícil.
“Tengo confianza en esta administración”, dijo el gobernador republicano de Ohio. Mike DeWine, en “Meet the Press” de NBC, esquivando cuidadosamente cuando se le preguntó si tenía confianza en Trump. Otros gobernadores republicanos, viendo cómo el virus se apodera de sus estados, han roto con Trump en temas como el uso de máscaras.
Fuente: CNN